La cabeza allá, el corazón acá

El campeonato de los 30, entre tantos despistes, ofrece una garantía hacia el futuro: para cuando llegue la definición, en noviembre próximo, tal vez ya no dirijan la mitad de los entrenadores de hoy y, seguramente, la mayoría de los planteles sufrirán un mar de ausencias más allá de junio. Pocos, entonces (los más fanáticos, los más fervientes), están mezclados en la efervescencia del día tras día doméstico. Si se arma una encuesta veloz, una minoría sabrá qué equipos vuelan por las nubes y qué conjuntos tropiezan por el sótano. Abril se ofrece como entrada, todavía, a pesar de que el campeonato ya cumple la tercera parte.

Con esa certeza y el mayúsculo desafío por venir: el superclásico en el almanaque a modo de trilogía (uno de acá, dos de allá), la obsesión por la Libertadores oficia de genérico; casi nadie se refiere a otro asunto. River y Boca se espían en las sombras y San Lorenzo defiende su posición privilegiada -la misma que sus colegas poderosos-... con suplentes en Mar del Plata.

En ese río revuelto, con el corazón en el latido doméstico y la...

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