Bronca y malestar en Once por el corte en el servicio del Sarmiento

La marea humana que a diario se apretuja en los vagones del Sarmiento ayer por la tarde se agolpaba en las puertas de los colectivos de refuerzo que intentaban suplir el servicio ferroviario. En las interminables colas de espera, que se extendían de una punta a la otra de la estación sobre la calle Bartolomé Mitre, los pasajeros se entremezclaban, desorientados e impacientes, y expresaban su bronca y su resignación."Es increíble que una vez más se repita lo mismo. Yo ya me salvé de la tragedia de Once; iba en ese tren, pero de casualidad me bajé en Flores", recordó María del Carmen Vives, quien todos los días viaja en el Sarmiento desde Padua. "Reparten folletos y dicen que hay trenes nuevos, pero yo mañana no sé cómo voy a ir a trabajar. Y eso sin contar que para llegar, en un día normal, tengo que ir hasta Moreno y pasarme dos horas arriba del tren para conseguir asiento", manifestó.Delante de ella, un colectivo a Morón se llenaba entre empujones y forcejeos. Como la parte de adelante ya estaba repleta, los pasajeros subían por la puerta de atrás y la del medio. Y una vez que no quedó lugar ni en los pasillos, dos jóvenes se sentaron en los escalones de la bajada. Otro logró colarse por el medio, antes de que la puerta le enganchara la bolsa con mercadería que llevaba en la mano.Los empleados ferroviarios y de las empresas de transporte a cargo del operativo intentaban, en vano, poner orden en medio del caos. Cada colectivo que llegaba vacío, y en muchos casos, sin carteles que indicaran el destino, volvía a cargarse entre tironeos y empujones, sin que se respetara ninguna prioridad para mujeres, ancianos o niños.Liliana Rojas había viajado desde Padua a la mañana con su bebe para que lo viera un médico en el hospital Gutiérrez. "A la ida ya no había trenes, tardamos tres horas en llegar, y encima se negaron a darme el asiento. Espero que esta vez me tengan en cuenta y pueda viajar sentada", dijo.Beatriz Wassermann, de Marcos Paz, había llegado a la Capital para una visita médica. "Me preocupé cuando vi las noticias del accidente porque no tomé la medicación y ahora se retrasa todo", contó. Minutos después, se la veía pedir a gritos al chofer que la dejara subir, mientras otros pasajeros, más jóvenes, se le adelantaban.En medio de la confusión, la familia Ausa, de Bragado, que quería llegar hasta Merlo, buscaba el colectivo correcto en medio de la muchedumbre. "La boletería estaba cerrada y no tenemos información, acá dejan tirada a...

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