Brian Eno: Las 'pinturas lentas' de un artista más allá del sonido

Hace tiempo que se deshizo del look de estrella de rock andrógina con el que se pavoneó en los años 70 e incluso ya no parece aquel científico loco que transitó con elegancia las décadas del 80 y 90. Brian Eno hoy luce más como un artista multimedia inglés, un ilusionista o, lo que en cierto punto podría ser lo mismo, un asesino serial en potencia. El hombre que llegó a Buenos Aires por primera vez para montar dos de sus instalaciones visuales-sonoras en el Centro Cultural Kirchner (CCK) habla con la serenidad de quien confía ciegamente en lo que dice y con la pausa de quien sabe que tiene a su interlocutor en un puño. Sea el tema que sea. Las pinturas lentas, el arte como una manera de cambiar las mentes, la economía global, sus recuerdos de infancia o las anécdotas recopiladas a lo largo de años como productor de bandas pop. "Desde muy chico me interesé en la idea de que el arte no es hacer cosas lindas, sino una forma de cambiar tu mente y cambiar la mente de otros", dice durante la charla con LA NACION, sentado en medio del salón de la Cúpula, con el Río de la Plata de fondo.

De eso se trata 77 Million Paintings, la instalación armada en el séptimo piso del viejo Correo. Por momentos una suerte de flor abstracta en constante movimiento; por otros, una cruz psicodélica, construida por pantallas, que dispara imágenes y sonidos que varían muy lentamente y sin patrón lumínico-sonoro. "Tienen que pasar 450 años para que una imagen se repita -se jacta-. Cuando hice esta obra estaba pensando en las pinturas; quería hacer algo que pareciera una pintura, pero que cambiara todo el tiempo."

El músico inglés que llamó la atención en la década del 70 desde el grupo Roxy Music, que desarrolló como ningún otro el concepto de la música ambient y se destacó como productor de artistas como U2, David Bowie, Talking Heads o Coldplay, asegura que lo primero que quiso ser fue pintor. "Mi tío, igual que mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre, era cartero. Pero todos estos carteros siempre tuvieron algún hobby y el de él era pintar. Era un buen pintor, de hecho, y estaba fascinado por el arte moderno. Probablemente porque pasó seis años en la India y pensaba que el arte moderno era una actividad muy espiritual. Supongo que por él pienso lo mismo yo. Cuando tenía 9 años me regaló un pequeño libro con pinturas «chanchas» y quedé fascinado. Lo interesante era que yo podía hacer esos dibujos, no había ninguna barrera técnica entre esas imágenes y yo. Encontré en la...

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