Los brasileños, ¿qué querrían coordinar con nosotros?

Apenas conocido el resultado electoral en Brasil, Alberto Fernández viajó a saludar a Lula da Silva

La victoria de Lula da Silva, quien el próximo 1º de enero asumirá como presidente de Brasil, generó entusiasmos en el oficialismo. El presidente Alberto Fernández se subió a un avión para saludarlo personalmente y abrazarlo de manera tan efusiva que Lula no sabía qué hacer. Además de lo cual, con la típica velocidad argentina, se plantearon iniciativas como la creación de una moneda común o, al menos, de un tipo de cambio fijo entre el peso argentino y el real brasileño, y la creación de un Banco Central Regional. ¿Es viable algo de esto?

Porque me interesa la perspectiva del otro país, sobre el particular dialogué con el brasileño Celso Monteiro Furtado (1920-2004), quien en 1944 viajó a Europa como miembro de la Fuerza Expedicionaria de Brasil. Estudió en las universidades de Brasil y de París, y se doctoró en esta última en 1948. Fue jefe de la división Desarrollo de la Comisión Económica para la América Latina (Cepal), entre 1950 y 1957; director del Banco Nacional de Desarrollo Económico (BNDE); jefe de Desarrollo Agrícola del Nordeste y ministro de Planeamiento, entre 1963 y 1964.

El golpe de Estado de 1964 le quitó los derechos políticos, forzándolo a emigrar. Trabajó como investigador o profesor en Yale, París, Cambridge, San Pablo y Columbia. Entre 1985 y 1986 fue embajador de su país ante la Comunidad Económica Europea, y entre 1986 y 1988, ministro de Cultura. Su trabajo como economista se puede dividir en tres etapas: primera, los años que pasó en la Cepal; segunda, su labor en el nordeste de Brasil, y tercera, su trabajo universitario en los Estados Unidos y Europa, principalmente en París.

-¿De dónde provienen las ideas básicas de su pensamiento?

-Hasta los 20 años viví donde había nacido, en Pombal, Paraiba, donde aprendí que vivimos en un mundo dominado por la tiranía y la violencia, lo cual no se puede entender vía teorías sobresimplificadas. Y también aprendí que la lucha nunca termina con una victoria final porque, como el agua del río, se renueva permanentemente. Cuando a los 26 años comencé a estudiar economía de manera sistemática, mi visión del mundo estaba ya básicamente formada. El análisis económico no tuvo ningún efecto en dicha visión. Nunca me imagino la existencia de problemas económicos puros. Manuel Fernández López me caracterizó en los siguientes términos: "Hay dos clases de economistas: los teóricos y los...

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