Brasil: el escándalo de Petrobras se profundiza

Desde que se conoció, el de corrupción actual más grave de Brasil, el que hoy inunda Petrobras, sigue creciendo y alcanzando a más personajes encumbrados de la política brasileña. Los remezones de ese lamentable terremoto son tan intensos y significativos que hasta podrían afectar a la presidenta Dilma Rousseff. Por ahora su popularidad está cayendo, en una suerte de vertiginosa picada. El martes pasado -dos días después de que su discurso por el Día Internacional de la Mujer fuera opacado por "cacerolazos" en distintas ciudades- fue recibida directamente con a su llegada al Salón de la Construcción en San Pablo. Empresarios y sindicatos han criticado su programa de ajuste económico, y para el próximo domingo grupos ciudadanos organizados a través de las redes sociales convocaron a manifestaciones en todo el país en contra de la presidenta. La imagen positiva de Rousseff cayó 19 puntos entre diciembre y enero, y ahora es de apenas un 23 por ciento, con una negativa muy alta, cercana al 44% de los encuestados, según la empresa Datafolha.

Lo que sucede en Petrobras es extremadamente serio y ha afectado la imagen de una empresa que es realmente pionera en lo que tecnológicamente tiene que ver con la exploración y explotación de hidrocarburos costa afuera. Por esa razón, Petrobras ha sido ciertamente respetada y reconocida en todo el mundo. Pero ocurre que hoy la empresa parecería tener dos caras: la que representa la excelencia en el tema técnico y otra, hasta hace muy poco oculta, invadida por la corrupción, tan profunda como extendida dentro y fuera del gigante petrolero brasileño, que ha sido terriblemente infectado por la política local.

Además, Petrobras está también sumamente debilitada por haber sido forzada, durante los cuatro años del primer mandato de Dilma Rousseff, a tener que operar a pérdida, subsidiando a los compradores de sus productos para tratar de combatir la inflación; vendiendo combustibles a pérdida, y sacrificando o engañando a los accionistas extranjeros que, por lo antedicho, no percibieron las utilidades que creyeron iba a generar su inversión.

A todo esto desgraciadamente se suma el haber sido groseramente utilizada por el partido oficialista, el Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inacio Lula da Silva, para financiar ilegalmente sus actividades políticas y así mantenerse en el poder. Justamente, un arrepentido que participó en la red de sobornos de Petrobras acaba de involucrar directamente al tesorero del PT.

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