Brasil: el desafío de salvar a los últimos 30 delfines símbolos de los mares de Río de Janeiro

Delfines de Guayana

En un rincón del mar donde persiste el pasado paradisíaco tropical de la Bahía de Guanabara, en el estado de Río de Janeiro, una hembra delfín de Guayana nada junto a una cría recién nacida.

El único sonido es el aplastamiento del aliento de los cetáceos cuando suben a la superficie. El agua parece un espejo y el tiempo se ha detenido. El único movimiento es el de los delfines, que realizan acrobacias en el paisaje enmarcado por la Serra dos Órgãos (Sierra de los órganos) el mismo escenario que ha encantado a generaciones durante siglos. El silencio y los animales son los últimos sobrevivientes de un mundo casi perdido.

Ya no hay 30 delfines en Guanabara . Y encarnan los desafíos de resiliencia y supervivencia de la bahía misma. La hembra es el delfín más viejo y la cría más joven de Guanabara, explican científicos del Laboratorio de Mamíferos Acuáticos y Bioindicadores (Maqua) de la Facultad de Oceanografía de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj).

Durante tres décadas, Maqua ha estado estudiando e intentando salvar a los delfines de Guayana ( Sotalia guianensis ) de Guanabara. Hay esperanza, pero el portal del tiempo donde las marsopas resisten se está estrechando a medida que avanza la contaminación del agua y el ruido, advierten los científicos de Maqua.

"Las aguas de Guanabara aún guardan una inmensa riqueza, pero las agresiones no hacen más que aumentar y afectarnos a todos. Las marsopas, animales en lo más alto de la cadena alimentaria, son sus centinelas y su mayor símbolo. La contaminación que les afecta a ellos también nos afecta a nosotros. Salvar los océanos es salvarnos y es posible", destaca José Lailson Brito Junior, oceanógrafo, doctor en biofísica y uno de los fundadores y coordinadores de Maqua.

La hembra, apodada tía por los científicos, tiene más de 20 años y ya está llegando al final de su vida, pues su especie no suele pasar de los 30. Nunca ha tenido descendencia, pero, al igual que las hembras de su especie, participa en la creación de grupos de bebés.

La cría es la primera que nace este año y, como la mayoría de los delfines de Guanabara, tiene una probabilidad reducida de llegar a los 6 o 7 años, edad en la que comienzan a reproducirse, dice Alexandre de Freitas Azevedo, especialista en comportamiento de cetáceos y bioacústica y también uno de los fundadores y coordinadores de Maqua. Es esta muerte temprana la que, año tras año, acerca cada vez más al delfín de Guanabara al final.

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