A bordo de los vehículos recuperados de la corrupción

Nota originalmente publicada en mayo de 2018.-La sonrisa pícara de Pablo se notaba desde lejos. Iba con su mujer en su lancha por el río San Antonio, en Tigre, cuando un enorme yate con la inscripción de la Prefectura Naval Argentina lo retuvo para pedirle la documentación.Era una mañana inusual ese domingo por la escasa cantidad de embarcaciones en la zona, que suele colmarse durante los fines de semana de sol y temperaturas cálidas. Mientras Pablo se acercaba, los prefectos decían que "por fin" habían encontrado a alguien para controlar.El hombre logró amarrar su lancha a la pequeña embarcación que hacía de escolta de ese gran yate cuando la sonrisa de Pablo se convirtió en un gesto de sorpresa. "¡Siempre me paran a mí! Parece a propósito...", logró decir antes de que el asombro lo interrumpiera. "Ese yate , ¿no? ¡Se han robado tantas cosas!", exclamó.El crucero que tenía enfrente gozaba hace unos años de una vida muy distinta a la de ahora. Antes de ser guiado por un prefecto ávido por encontrar navegantes distraídos y flojos de papeles en el Delta, el capitán del yate era , el exsecretario de Transporte del kirchnerismo que está preso desde 2016 por haber impuesto sobreprecios en la compra de trenes inservibles a España y Portugal. Por esta causa, Jaime se convirtió en el primero de una seguidilla de kirchneristas detenidos.El llamativo cartel de fondo negro y letras blancas que rebautizó al imponente Altamar Sixty Four como "Embarcación recuperada de ", y que arranca vitoreos a los curiosos que lo reconocen, le quita algo de esplendor al lujo que exhibió la embarcación valuada en US$1 millón cuando todavía era propiedad del exfuncionario y surcaba las aguas del Río de la Plata, entre la Argentina y Uruguay, adonde Jaime viajaba con frecuencia.Pero aunque a los revestimientos de madera les falte lustre y los cromados brillen menos, el yate al que se subió LA NACION está tal cual se lo recibió. Siguen ahí los sillones de cuero, los pisos alfombrados y la madera traída de la India que no se pudre. También está intacto el camarote en suite con cama matrimonial, las paredes de madera, el techo escalonado forrado en cuero y el baño con jacuzzi. Un ambiente digno de una escena hollywoodense de fiesta alocada si no fuera por las manchas oscuras de humedad que ahora decoran buena parte del techo. Los años de abandono que atravesó el barco en Uruguay, antes de ser devuelto a la Argentina por orden judicial, se distinguen en esos detalles.Los...

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