Boletín al rojo: ¿los chicos son los únicos culpables de las malas notas?

No se enojaron. No hubo reproches ni pedido de explicaciones. Pero el gesto de decepción que se dibujó en el rostro de sus padres lo decía todo. Después de recorrer con la mirada la libreta celeste, llegó el silencio. Un incómodo silencio que se extendió por apenas unos segundos, pero que a él le parecieron horas. "No sé qué pasó", fue lo que atinó a decir Nico luego de que los padres leyeran su boletín. Las malas notas son un punto de inflexión para padres e hijos. En general se suele culpabilizar a los más chicos del flojo rendimiento escolar, pero la realidad es que un boletín que está por debajo de las expectativas familiares suele ser, casi siempre, una responsabilidad compartida entre padres, hijos y docentes. "A veces los chicos no pueden rendir de acuerdo a las expectativas de papá y mamá, y eso también lo deben aceptar los adultos, ya sean padres o maestros", sostiene la psicopedagoga Elvira Giménez de Abad, autora de varios libros, entre ellos, Niños con déficit de atención.

No bien Nico mostró su boletín, esperó algún reto. Porque en general las malas notas no llegan solas. Lo hacen acompañadas de reproches, enojos, frustración y de algún que otro castigo del tipo "si no levantás el promedio te saco la tablet o la Play". Pero no hubo nada de eso. Pasado ese primer momento de decepción, los padres trataron de encontrar junto a su hijo la respuesta a ese boletín. "Más allá del enojo y la decepción, ayuda muchísimo que juntos reflexionasen acerca de las razones por las que las calificaciones están tan bajas", sugiere Giménez de Abad.

Sucede que las altas expectativas paternas, pesan y mucho en el rendimiento del chico, según la psicopedagoga y psicóloga especializada en crianza Alejandra Libenson, autora del libro Los nuevos padres: "Frente a un hijo, muchos padres tienen una expectativa que puede no coincidir con la realidad. La clave es cómo manejamos como adultos esa frustración -sostiene-. Para un niño, el peor castigo es la decepción paterna, sentir que no cumplió con lo esperado de él. En muchos casos se tiende a equiparar ser un mal alumno con ser un mal hijo o un mal padre justamente por no cumplir con ese supuesto ideal. Y no es así, acá no está en juego el amor ni la relación".

Por eso, para Libenson es preferible no hablar de culpas, sino de responsabilidades. "Es recomendable pensar la educación y la crianza en términos de responsabilidades y diferencias de roles y funciones. No en buscar culpables de las conductas...

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