¡Bingo! Esta vez sí creo tener la solución

Acaso la solución a los problemas argentinos esté al alcance de la mano y no nos hemos dado cuenta. Increíble que ninguno se haya percatado. Pero, antes de decir cuál es, analicemos el devenir político de estos días. Sin exagerar, se viven tiempos de angustia y desolación que nadie representa mejor que . El destino está siendo muy injusto con él. La Providencia debería revisar sus planes: no se lo puede someter a este escarnio. ¿Tajaí, Todopoderoso? Si tajaí, si todavía estás gobernándonos desde el más allá (si no lo estás, te reentiendo), pido que te apiades de él. De onda te lo pido.Estoy hablando, claro, del tortuoso derrotero que lo está llevando nuevamente al kirchnerismo. Sergio fue intendente de Tigre. En términos electorales, poca cosa. Fue jefe de Gabinete de . La nada misma. O peor. Hasta Aníbal Fernández, una suerte de falla geológica, y Coqui Capitanich, una falla, sin más, lo fueron. Cuando Cristina, en su perversión política infinita, quería castigar a alguien, exponerlo, degradarlo, lo hacía jefe de Gabinete. Sergio, pícaro como pocos, se dio cuenta y le renunció. Antes lo había hecho Alberto Fernández, que después de huir despavorido se convirtió en uno de los más agudos críticos de la señora [N. de la R.: sí, es el mismo que hoy la acompaña en la fórmula]. Les decía: Sergio escapó de las garras del enemigo, o de la enemiga, y a partir de ahí se convirtió en la gran estrella del firmamento local, que cortaría los sueños de eternidad de Cristina y amassaría sus propios sueños presidenciales. Ya sabemos que esa historia no terminó como a él le hubiese gustado. Pobre, con lo lúcido que es. Una noche, comiendo un asado en casa cuando Macri llevaba un año en el poder, me hizo ver, antes que nadie, que el Gobierno lo había sorprendido: "Políticamente se mueve bien, pero económicamente es un desastre. Lo contrario de lo que todos esperábamos". Profético el tigrense de los llanos. Profético y seductor: las mujeres de casa estaban encantadas con su discurso.Después, a medida que sus horizontes se estrechaban, que su "ancha avenida del centro" devenía sendero intransitable, empezó a coquetear con el kirchnerismo en el Congreso. Se ganó entonces el apodo de Ventajita, acaso el mayor acierto político de Macri (también le reconozco como hallazgo lo que dijo el lunes al inaugurar el Paseo del Bajo: "Este pavimento no es relato, es real"). Ventajita: una verdadera lápida que Sergio se dedica a honrar. Ya no está pensando en si vuelve o no...

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