La biblioteca Bernardo Houssay

En tiempos de creación de espacios para la memoria, la nueva biblioteca Bernardo Houssay recuerda los comienzos de nuestra ciencia. No es una memoria reciente. Hay que remontarse a 1936, cuando Houssay fue elegido miembro de la Academia Pontificia de Ciencias, creada en 1603 e integrada por destacados científicos, entre ellos once premios Nobel. A los 49 años, él era el único de habla española.La Argentina de entonces era indiferente a la ciencia. "Los países latinoamericanos son atrasados en este terreno", decía Houssay. Añadía que para investigar eran necesarias independencia y libertad: "Las dictaduras apagan las expresiones elevadas y originales de la vida intelectual, engendran miedo y fomentan la adulonería". En 1943, un golpe militar destituía al presidente Castillo. Houssay y otros firmaron una solicitada por la democracia. Los expulsaron de la universidad, con lo que se abrió un período de encarcelamientos en el que se cerraron facultades e institutos como el que él dirigía.La nueva biblioteca recuerda ese tiempo. El mobiliario que se exhibe, documentos y murales impresionan. En uno de ellos se lee que, a pesar de las persecuciones y ofrecimientos que recibía del exterior, Houssay no quería emigrar "a menos que mi situación sea tal -decía- que no pueda disponer de recursos para sobrevivir", pues dependía de su sueldo. Ante la indiferencia oficial y los ataques -se salvó de una bomba que explotó en su casa-, muchos le aportaron donaciones. Mauricio Braun, padre del discípulo más apreciado de Houssay, Eduardo Braun Menéndez, compró una casa en Palermo donde se instaló el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IByME) que Houssay creó en 1944 y hoy es el centro científico más grande del Conicet.Como sus investigaciones trascendían, científicos norteamericanos crearon The Houssay Journal Fund, con 247 donantes que le compraron durante años las revistas y libros que necesitaba. Hoy se guardan en modernas bibliotecas deslizantes junto a las antiguas de madera, testimonio de la generosidad de sus pares que le permitieron investigar en el país. ¿Quién originó esta importante ayuda? Una joven francesa de 22 años, radicada en Canadá, primera becaria de Houssay. Testigo de los sufrimientos de su maestro, escribió al profesor Herbert Evans, de los Estados Unidos, para que lo ayudara: "Admiro a Houssay -le decía- como un gran científico, de mente honesta, con...

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