Baterías en jaque: la movilidad dura cada vez menos, pero la ayuda está en camino

Nélida está ultimando los preparativos para su próximo viaje a los , donde la multinacional para la que trabaja organiza el encuentro anual de sus empleados. Casi todo el escenario, el día previo a la partida, es igual que hace 10 o 20 años. Las valijas abiertas, la ropa, zapatos y accesorios minuciosamente clasificados, la lista de cosas por llevar desplegada y con varios ítems tachados; incluso los celulares son, desde hace mucho, parte del inventario.

Algo, sin embargo, ha cambiado. Hoy casi todos los enchufes del departamento están ocupados por baterías externas. Una vez cargadas, servirán para extender la autonomía de sus dos , insuficiente para esas largas jornadas que empezarán antes de las 7 de la mañana y podrán extenderse hasta la medianoche. "Ni siquiera se bancan el viaje -observa la ejecutiva-. Cuando aterrice, ya casi no voy a tener carga."

Con pantallas enormes, potentes cerebros electrónicos, conexión a Internet y hasta receptor GPS, los smartphones están cada vez más hambrientos de energía. Pero la tecnología de sus baterías -llamada de iones de litio- no ha cambiado sustancialmente. Peor aún, se busca que los dispositivos sean graciosamente delgados, lo que reduce el espacio para todo, incluso la batería, cuya densidad energética es constante. Es decir, una batería más grande rendirá más horas de autonomía, grosso modo.

Por ahora, el único margen de maniobra de los fabricantes es reducir el consumo de los componentes. Los microprocesadores han ido reduciendo sus necesidades eléctricas cada año, y todos los cerebros electrónicos móviles bajan a un consumo muy bajo en cuanto dejamos de usar el teléfono, al revés de lo que ocurre con, por ejemplo, una computadora de escritorio. Sin embargo, el receptor de GPS siempre consumirá mucho, y si el smartphone tiene que lidiar con una señal pobre o buscar las esquivas conexiones de 3G (ni hablemos de las de 4G), la autonomía sufrirá en consecuencia. Experimentamos esto a diario. Incluso en una casa con mucho ladrillo y hierro, el celular gastará la batería más rápidamente.

Nos vamos arreglando, sin embargo. Echamos mano del conector USB del auto, la computadora o cualquier cargador que nos presten. Pero no alcanza, y viene a sumarse un enemigo oculto. Las baterías de iones de litio son muy sensibles al mal uso y, en general, se degradan rápidamente. A los seis meses ya no duran como antes, a pesar de que deberían tener una vida útil mucho mayor, de dos a tres años.

A no desesperar...

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