Basta de vivir en la anarquía

En nuestro país, el incumplimiento de la ley es un mal que sufrimos a diario. Las conductas ilegales van desde no respetar las señales de tránsito hasta una corrupción e ineficiencia casi absoluta por parte del Estado, pasando por delitos cada día más crueles y aberrantes. Es hora de exigir un cambio: necesitamos una Justicia que sea justa. Tenemos la responsabilidad de lograr un futuro mejor para la Argentina.

A lo largo de nuestra historia, sin duda tuvimos logros memorables, que podemos personificar en varios de nuestros próceres nacionales, muchas figuras de la cultura y hasta deportistas célebres que todos conocen. Pero pocos recuerdan que el famoso Charles Darwin estuvo en nuestro país hacia 1832 y nos dedicó algunos párrafos en su Diario de viaje de un naturalista alrededor del mundo. No fueron sólo cumplidos, porque describió lo que ocurría entre nosotros: "La policía y la Justicia carecen de eficacia. Si un hombre pobre comete un asesinato y cae en poder de las autoridades, va a la cárcel y tal vez se le fusila; pero si es rico y tiene amigos, puede estar seguro de que no le seguirán graves consecuencias. Es curioso que hasta las personas más respetables del país favorecen siempre la fuga de los asesinos; creen, al parecer, que los delincuentes van contra el gobierno y no contra el pueblo".

Han pasado casi dos siglos y parece que algunas costumbres no cambian. Pero la verdad es que sí cambiamos, primero para bien y últimamente para mal. Primero, dimos un giro copernicano y nos convertimos en la quinta economía del mundo, un país que brindó trabajo a millones de inmigrantes y les permitió un futuro mejor, tanto a ellos como a sus familias. Supimos ser un país que estaba mucho mejor que Australia, Canadá y parte de Europa, incluso en niveles educativos. Pero desgraciadamente, en los últimos años dimos otro giro y ahora pareciera que volvimos al principio, a esa realidad lamentable que describía Darwin. Ya no nos medimos con las potencias; ahora nos comparamos con países que antes nos envidiaban.

Como dos caras de la misma moneda, nuestros índices de corrupción son altísimos y las condenas penales son demasiado bajas. Eugenio Burzaco explica que más del 90% de los procesos penales -que son sólo una porción de los delitos denunciados- se cierran sin condenas. Por su parte, Orlando Ferreres ha destacado que la estadística "preso-habitante" de la Argentina es la mitad de la que poseen países como Uruguay, Brasil o Chile. Hay demasiados...

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