Barrionuevo se bajó de la concentración

A su estilo, con un juego a dos bandas y siempre al borde de la polémica, Luis Barrionuevo no participó ayer activamente del acto. Sin embargo, adhirió al documento común que se leyó y un puñado gremios propios se plantó en la primera fila, de cara al escenario.

A estos datos anecdóticos, Barrionuevo intentará ocultar cuando almuerce mañana con Mauricio Macri en una de las sedes de su sindicato, en un encuentro alusivo al Día del Trabajador.

Molesto por la adhesión a último momento del PJ y de sectores de la izquierda, Barrionuevo se bajó del acto y condiciona ahora la participación de su central en el proceso de reunificación de la CGT.

Como en 2008, cuando conformó la central Azul y Blanca, el jefe gastronómico podría quedarse afuera de la central unificada.

Ayer, a sus colegas de las otras CGT no les importaba demasiado. Salvo Antonio Caló, que le tendió un puente: "Luis está más allá del bien y del mal, el enojo después se le pasa. Él va a estar en la unidad del 22 de agosto", dijo el dirigente metalúrgico a LA NACION.

Con su retórica filosa, fiel a su estilo, Barrionuevo planteó sus diferencias. "Era un acto gremial y ahora sólo falta que venga Boudou. Se nos colaron los mariscales de la derrota. No entiendo", ironizó sobre el apoyo al acto gremial de dirigentes del PJ que estuvieron hasta diciembre cerca del kirchnerismo y de Daniel Scioli. Mostró, de este modo, su desacuerdo con lo que llamó "el PJ residual".

Y agregó: "Esto se desvirtuó. Yo pedí que se lea el documento y nada más. Y de última, que hable Moyano. Pero resulta que hay cinco oradores. No es así".

Barrionuevo y su puñado de aliados siguió el acto desde su propio búnker, en Avenida de Mayo y 9 de Julio. Se plantó allí y envió sus críticas a los sindicalistas que les abrieron las puertas a los políticos.

LA NACION había anticipado el portazo de Barrionuevo cuando el miércoles se retiró abruptamente...