El Banco Central, caja de auxilio

Cuenta ahora el relato presidencial que, con el propósito de "profundizar el modelo", ha llegado el momento de hacer "sintonía fina" sobre el gasto público, de ponerle "fin a la convertibilidad" y de redimensionar el rol del Banco Central, otorgándole la facultad de discernir cuál es el monto de reservas que debe acumular el país en respaldo de su moneda.Ya he expresado alguna vez mi creciente preocupación por disertaciones que se exhiben "épicas" y "progresistas", pero que ocultan en realidad importantes retrocesos.Esas regresiones son fáciles de advertir en el terreno político. Allí el discurso militante se contradice con la conducta de muchos de sus emisores. Son los mismos que alegan sobre la necesidad de no "criminalizar la protesta" y se llaman a silencio repentinamente cuando es promulgada una ley antiterrorista a partir de la cual todos corremos el riesgo de quedar incursos en ella. Es el mismo silencio que se advierte cuando se conoce una extraña "base de datos" en la que se cruza información de dirigentes sociales con la proveniente de presuntos o conocidos criminales.Lo que se vislumbraba en el terreno político se observa ahora en el ámbito económico y así, mientras se declama seriedad, el sentido común se diluye detrás de los discursos.Repentinamente, han advertido en los despachos oficiales que el gasto público se ha desmadrado. Es cierto, en los últimos cuatro años ha crecido de un modo veloz. Entonces alguien declama aplicar "sintonía fina". Así, termina abruptamente con todo subsidio y, en lo que parece ser un repentino ataque en pos de la autonomía de la ciudad de Buenos Aires, dispone el traspaso de subtes y de líneas de colectivos al gobierno autónomo. En ambas medidas, más allá de lo declamado, se oculta la desesperación por desinflar el gasto público.La falacia del discurso es evidente: se delega la administración de los servicios, mientras se retienen los recursos recaudados con el propósito de solventar esos mismos servicios. Entonces, la regla de la "sintonía fina" parece querer decir: "Saquémonos de encima los gastos, pero sigamos recaudando los recursos con los que precisamente atendíamos esos gastos" .El Gobierno también advirtió que hay que afrontar fuertes compromisos externos justo cuando las cuentas públicas languidecen y la balanza comercial se descompensa en nuestra contra. Preocupado, cree encontrar en las reservas monetarias el remedio justo para saldar aquellas obligaciones y entonces esgrime el discurso que dice poner...

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