Bajo fuego, Dilma y Lula buscan un plan de acción para salvar al PT

RÍO DE JANEIRO.- Horas decisivas se vivían anoche en Brasilia. Cada vez más acorralados por gravísimas denuncias de corrupción en torno a Petrobras, la presidenta Dilma Rousseff y su padrino político, Luiz Inacio , analizaban los riesgos de sumar al ex mandatario como ministro, una jugada que dotaría al líder del Partido de los Trabajadores (PT) de inmunidad frente a las investigaciones judiciales y brindaría a la jefa de Estado más armas para defenderse del inminente proceso de impeachment en el Congreso.

El gran interrogante era cómo reaccionaría la sociedad, después de que el domingo unos 3,6 millones de brasileños colmaron las calles del país para exigir la salida de Dilma, repudiar al otrora hiperpopular Lula y condenar las prácticas corruptas de la administración petista.

Mientras Dilma y Lula diseñaban un plan de acción conjunto para salvar el proyecto político del PT, el procurador general de la república, Rodrigo Janot, evaluaba pedir al Supremo Tribunal Federal (STF) la apertura de una investigación contra ellos por las demoledoras revelaciones de un senador petista arrepentido. Tras varias semanas de filtraciones, ayer se conoció el detalle del acuerdo de delación premiada al que llegó con la Justicia el ex jefe de la bancada oficialista en el Senado, Delcídio Amaral, que acusó a Dilma y Lula de haber estado al tanto de la red de sobornos en Petrobras, y de intentar obstaculizar la investigación judicial sobre el multimillonario caso.

A cambio de una reducción de su condena, Amaral reveló a la fiscalía que la presidenta y su padrino político buscaron chantajear a testigos del esquema del petrolão, los acusó de desviar fondos ilícitos de Petrobras para sus campañas, y de intentar presionar a jueces de los máximos tribunales para no castigar a grandes empresarios involucrados en el pago de las coimas a ex directivos de la petrolera y a políticos oficialistas, entre ellos él mismo.

El defenestrado senador -que había sido detenido en noviembre y fue dejado en libertad condicional en febrero- provocó una fuerte implosión en el gobierno al señalar a una de las personas de mayor confianza de Rousseff, Aloizio Mercadante, actual ministro de Educación y ex jefe de Gabinete, de haberle ofrecido dinero para que no firmara el acuerdo de confesión. Las maniobras para evitar la confesión de Amaral fueron grabadas por un asesor del senador y ayer la revista Veja hizo públicas las conversaciones.

"La responsabilidad es sólo mía; la iniciativa...

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