Bailar hasta decir 'quiero más'

Carla di Grazia es pura energía, expresividad en estado explosivo, condensación del gesto, entrega absoluta. En 2013 participó de la Bienal de Arte Joven con la obra Moeraki, una idea de Pablo Castronovo, Sebastião Soares y ella misma. Por ese trabajo fue seleccionada como la mejor bailarina de la Bienal, cosa que le permitió obtener una beca para ir al American Dance Festival. Eso fue el año pasado y hacia Carolina del Norte, Estados Unidos, partió sin saber nada de inglés. Era la primera vez que salía del país. Fue con Celia Argüello Rena (la que había ganado como mejor coreógrafa por Villa Argüello) y eso, dice ahora en un bar de otra villa (Crespo), estuvo bueno.

"Conocí otras gentes, otras realidades..., me hizo valorar lo que hacemos acá, la formación que tenemos y todas esas cuestiones. Igual, no sé si está bien decirlo..., la verdad es que me aburrí un poco. Tomé clases con gente que me interesó, pero tenía unas ganas de volver a tomar clases con mis profesores que me moría", cuenta sin pose alguna.

Esos casis dos meses fueron de mucho entrenamiento, mucho gym y mucho bar de unos mexicanos. Ese tríptico, y eso no lo duda, estuvo más que bien. O, en otras palabras, "todo piola", dirían los personajes de un de las obras que interpreta. Como parte del trabajo participó de dos coreografías. Una, dirigida por un chico de Taiwán. La otra, por un uruguayo. "Eso estuvo bueno", dice. Es más, la sacó del estado de invisibilidad en el cual transcurrían sus días. "Como me quedaba en bolas y me daba unos golpes contra el piso, la flashearon. Desde ese momento, todos me saludaban", se ríe. Claro, la saludaban en ese inglés que ella no entiende mucho.

Acá se entiende. Acá la entienden. De hecho, está en pleno tiempo de trabajo. Tanto que se quedó sin fines de semana. Repasemos la agenda: sus viernes empiezan con Todo piola, poético trabajo de Gustavo Tarrío. Los sábados ensaya La Wagner, elogiadísimo montaje de Pablo Rotemberg que se repondrá en junio. Termina y se va a dormir porque el domingo se las trae. Primero, tiene función de Todos o ninguno, la performance trash de Rotemberg que forma parte de Teatro Bombón. De ahí, se toma un taxi a las apuradas para llegar a ElKafka para hacer Documento de identidad, de Ana Deutsch, en donde encara una propuesta más clásica y formal.

La variedad de los trabajos parecen configurar su propio DNI. Carla di Grazia baila desde los 6 años. En aquellos principios del principio era un juego que sigue jugando...

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