Cuando la azafata se pone a rezar

Un amigo que estudió marxismo leninismo en la escuela Komsomol de Moscú, que por lo tanto era un ateo total y que jamás había sentido miedo a los aviones, estuvo a punto de revisar casi todas sus convicciones en pleno vuelo a Córdoba, cuando una aterradora tormenta sacudió violentamente la aeronave, tuvieron que suspender el servicio y descubrió la imagen más temida: oculta tras una cortina, la azafata rezaba angustiosamente un rosario. Cristina Kirchner fue por un momento esa misma azafata el martes último, cuando a través de la cadena nacional confesó estar muy nerviosa, y cuando se quebró en lágrimas durante un anuncio que tendría impacto político e institucional, y que precisaba llevar calma a la población y a los mercados. El episodio, que cayó como una bomba dentro de su propio gabinete, es por demás curioso, puesto que no se trató de un arrebato emocional inesperado en el transcurso de un acto con militancia y claque, sino de un mensaje cuidadosamente grabado en soledad y a puertas cerradas. El llanto y la alusión a los nervios, en consecuencia, podrían haberse borrado y vuelto a filmar, pero evidentemente fueron incluidos a propósito. Esta pequeña decisión de trastienda revela que a la Presidenta le interesó más el efecto "heroína de telenovela" que la prudencia y el temple balsámico de un estadista frente a un anuncio de semejante sensibilidad económica. Eligió filtrar su carácter melodramático, impulsivo y quizá temerario, contra la lógica necesidad de exorcizar serenamente una gran incertidumbre.La anécdota ilustra a su vez la verdad detrás de todas estas maniobras "nacionalistas": una vez que la distracción condujo al Waterloo de Nueva York y la leche estaba derramada, primó la idea de sacar ventajas politiqueras antes que solucionar con discreción, rapidez y profesionalidad el pequeño gran desperfecto que el mismo gobierno había generado. Es así como de una sentencia por una suma irrisoria derivamos en esta situación de emergencia nacional y repercusión planetaria alrededor de un tema que parecía cerrado: la deuda externa argentina. Y que el kirchnerismo dejará abierto e inconcluso al marcharse a casa, no sin antes exprimirlo para su provecho narrativo y para correr a la oposición con la vaina. La apropiación indebida de la palabra "patria" con fines puramente electorales y por lo tanto antipatrióticos es una tosca jugada que los adversarios todavía no han sido capaces de desarticular.En ese contexto tampoco suena sincero el teatral llamado de...

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