El tecnoestrés avanza sin pausa

Durante el período colonial, las noticias de las casas centrales europeas llegaban a nuestro continente con bastante demora. Si la Junta de Sevilla hubiera podido informar su disolución al virrey Cisneros a través de http://www.twitter.com , a fines de enero de 1810, tal vez la Revolución de Mayo se hubiera anticipado, quedando históricamente registrada en algún mes anterior. El retraso no cambió el rumbo de los hechos. La Revolución se hizo igual. Eran, claro está, otros tiempos.Dos siglos más tarde, la situación cambió hasta el punto de que hoy algún integrante de la Junta podría informar a sus seguidores que estaba saliendo de la reunión en la que se había resuelto acabar con ella. Manuel Belgrano y Juan José Castelli hubieran difundido la noticia a sus propios seguidores, quienes se pondrían de acuerdo rápidamente con otros colegas, convocando a un Cabildo Abierto. La historia hubiera sido la misma, excepto por sus tiempos de definición. He aquí el vértigo donde nos encontramos, con algunas consecuencias perjudiciales en el terreno personal. La identidad tiende a diluirse a través de una red infinita de vinculaciones sociales y, en especial, cuando una organización nos incluye dentro de su corriente encrespada.Hay empresas que manejan tecnologías de avanzada, como Google o Intel, que ya han advertido los peligros de estar conectados permanentemente. Es casi paradójico mencionar a quienes desarrollan sistemas para propiciar lo contrario. No sólo recomiendan tomarse un tiempo para actividades que los separen de sus computadoras y celulares, sino que facilitan salas de descanso o gimnasios donde es posible, por ejemplo, jugar con...

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