Autodestructivos y muy peligrosos

El hiperhistrionismo argentino conspira contra las resoluciones meditadas donde cuenta más la pericia de los técnicos. Así, las resoluciones obtenidas suelen ser producto de tironeos, concesiones emocionales o demagógicas arrancadas de la peor manera.

El arte de gobernar conlleva gestos y símbolos mediáticos, pero hasta en países cercanos suelen ser más austeros y constructivos que los que se dan en la Argentina.

Ejemplo: con pocas horas de diferencia a la batalla de las piedras del Congreso en un grado de virulencia por momentos mayor a la intifada de los palestinos contra los israelíes, en Santiago de Chile, no bien conocidos los resultados que dieron el amplio triunfo electoral a Sebastián Piñera, la presidenta saliente, Michelle Bachelet, estableció una videollamada, que pudimos ver todos, en el que ambos mandatarios, de coaliciones políticas opuestas, se intercambiaron felicitaciones y reconocimientos mutuos que culminaron con la invitación del jefe de Estado electo a desayunar a su casa al otro día a quien pronto reemplazará en el poder. No sólo el contraste fue fortísimo con el recuerdo de la gélida y breve reunión que mantuvieron en la residencia de Olivos Cristina Kirchner y Mauricio Macri tras ganar este las elecciones de 2015, sino que, más grave aún, fue la negativa de aquella a entregar los atributos del mando. Desde entonces, sus declaraciones incendiarias hacia cualquier iniciativa del Poder Ejecutivo, inapropiadas para un ex jefe del Estado, son moneda corriente.

Mientras los mandatarios trasandinos no dejaban de tirarse flores -una suerte de bienvenido mimo al sistema democrático que los chilenos vienen ejerciendo desde la salida de la dictadura de Augusto Pinochet con una saludable alternancia ideológica-, aquí, en la Argentina, no dejábamos de tirarnos piedras y cohetazos de distintos calibres, espectáculo bochornoso y peligrosísimo que, de milagro, no dejó como saldo ninguna víctima fatal (que era lo que algunos anhelaban).

¿Lo de Chile es una sobreactuación cívica, una rareza excepcional?

Pues no: en 2016, el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, recibió a sus antecesores Sanguinetti, Lacalle, Battle y Mujica para intercambiar opiniones sobre la política petrolera del país vecino.

Los raros somos nosotros. Los gestos de convivencia expresados por las máximas dirigencias transmiten autoridad y generan conductas imitativas en el resto de la sociedad, como suele suceder entre padres e hijos. Si lo que abunda, en cambio, son...

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