La ausencia de un modelo claro de desarrollo, un dilema de 200 años

La independencia se declaró en 1816 en medio de una severa crisis económica, y 200 años después se conmemora aquella gesta mientras se intenta salir de otra crisis, con dilemas todavía no resueltos, como la falta de un modelo de desarrollo nítido.

El historiador Roberto Cortés Conde recordó: "La revolución de 1810 comenzó con una fuerte crisis fiscal: el gobierno porteño estaba subsidiado por las minas de plata en el Potosí, pero con la independencia se perdió ese ingreso; le ganamos la guerra a España, pero desapareció ese recurso".

A partir de ese momento, la zona relacionada con el Alto Perú "entró en decadencia y la región bonaerense pasó a crecer por la ganadería, a partir de la producción y las exportaciones".

Cortés Conde admitió que dos siglos más tarde el panorama no ha cambiado demasiado en términos de las zonas más y menos favorecidas del país; la eterna discusión sobre el esquema de coparticipación federal refleja ese problema.

La economía del puerto de Buenos Aires pasó a ser la ganadora en este "federalismo desigual argentino", como lo definió Lucas Llach.

En la misma sintonía, el profesor de Historia de la UTDT Fernando Rocchi señaló que, por la pérdida del recurso minero, "el problema fiscal que se le presentó al Río de la Plata fue muy importante, y eso generó una emisión alta, porque no había recursos alternativos".

Había que construir la independencia de España desde la pobreza, aunque con el claro incentivo de Gran Bretaña, que buscaba liderar el comercio exterior en este territorio austral. Y lo logró, así como el predominio en materia financiera y de inversiones extranjeras, durante un siglo.

El período posterior a la independencia fue el denominado "de transición", con fuertes conflictos internos y externos, en el camino de construcción del Estado nacional, proceso que, como cuenta el economista e historiador Mario Rapoport, se completaría durante el gobierno de Roca.

En su libro Historia económica, política y social de la Argentina, Rapoport explicó que el corazón de las ideas económicas que impulsaron el modelo de desarrollo de fines del siglo XIX se erigía sobre tres ejes: el desarrollo sólo podía basarse en la inserción del país en el mercado mundial a partir de su mayor ventaja comparativa (la tierra); la certeza de que para aprovechar esa riqueza era necesario superar las carencias de capital y de mano de obra, y la idea de que, para lograr ambos recursos, era imperioso expandir la frontera agropecuaria...

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