Atreverse a improvisar

Una columna reciente del querido crítico musical Federico Monjeau trajo de nuevo como una marea el problema de la improvisación.

Su tema era en realidad el problema de las toses intolerables en las salas de concierto y, más específicamente, en el concierto de piano solo que el músico de jazz Keith Jarrett dio en 2011 en el Teatro Colón. Dice Monjeau: "A los pocos minutos de iniciado el recital y en medio del clima irrespirablemente tenso decidí tomar el Alplax que había puesto en mi bolsillo por precaución".

A diferencia de él, nunca fui un devoto jarrettiano. Tal vez por eso mi horizonte de expectativas era otro y eso me permitió reservar los ansiolíticos para otras oportunidades. También Jarrett esa noche tomó una pastilla: la levantó de una mesita que tenía al lado del piano y se la metió en la boca con un gesto amplio y teatral. Imposible saber con qué fin lo hizo (¿qué sería lo que había tomado?), pero no sirvió para evitar lo que ya estaba pasando. Su recital fue auténticamente catastrófico, y no me refiero a las toses del Colón (sobre las que ya todos esperamos lo mismo: muchísimas, todas inoportunas), sino a lo que el propio Jarrett tocó. Es comprensible que un admirador entrara en pánico. Después de todo, ese monólogo, esa conversación consigo mismo que cualquier recital improvisado de piano solo implica era, aun para Jarrett, un verdadero salto al vacío.

Hace ya muchos años que Jarrett encontró una fórmula, un poco intelectual y especulativa, para eludir los peligros de las repeticiones en esos extensos soliloquios. Imagina, o quizás incluso siente realmente, que hay tres personas implicadas en los conciertos: el improvisador, el compositor espontáneo -que aporta contenidos- y el oyente frente al teclado. En el fondo, esta multiplicación en tres figuras de una misma persona -el músico- le asigna papeles a la relación que existe entre invención, material y control. Observa Jarrett que el improvisador y el compositor se provocan mutuamente. De esas pugnas están hechos todos los conciertos solos que conocemos del pianista.

Pero volvamos al Colón y al pequeño escándalo de 2011. Como...

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