Atrapado en un medidor de gas, fue rescatado y tardó dos meses en dejar su escondite bajo la cama porque estaba haciendo un 'trabajo'

Luego de su rescate y esterilización, pasó las primeras 48 horas sin problemas.

Llegaba tarde al bar donde la esperaba su amiga para tomar un café y ponerse al día con las últimas novedades. La pandemia había puesto distancia física a sus habituales encuentros y ansiaban verse. Bajó apurada del colectivo y mientras caminaba con el paso acelerado lo vio acurrucado y en shock por el miedo en el umbral de una casa en la esquina de Rioja y Suipacha , en Rosario, provincia de Santa Fe. Instintivamente se agachó y empezó a acariciarlo, sabía que tenía que ayudarlo porque seguramente algo le había pasado. "¿Qué hacía un gato de las características de Vincent exponiéndose tanto a plena luz del día?", se preguntó.

A la escena pronto se sumó Rocío, protectora de animales que ese día estaba particularmente frustrada porque no había podido encontrar a la Negra, la perrita de la facultad de bioquímica, para darle su remedio. Al ver que Griselda estaba intentando ayudar al gato en problema hizo lo mismo. Y, entre las dos, trataron de animarlo con un poco de alimento húmedo. También tocaron las puertas y timbres de las casas y departamentos cercanos, pero tristemente nadie había perdido a un gato con esas características. " Éramos muy conscientes de que no podíamos levantarlo o agarrarlo por miedo a su reacción. Estaba tan aterrado y en estrés que podía lastimarse tanto a él como nosotras ", recuerda Griselda.

Griselda con su amiga Vale, el café se frustró pero el rescate valía la pena.

Mientras pensaban cómo ganarse su confianza, la señora del kiosco de la esquina también se acercó para ayudar y facilitó a las jóvenes mujeres una caja y unas sábanas. Pero c uando estaban tratando de moverlo para poder ponerlo dentro de la caja, pasó lo peor: muy asustado salió corriendo y se dirigió directamente a una caja donde se encontraba un medidor de gas . La situación se había complicado realmente. Ahora no había forma de sacar al animal de ese lugar sin que se lastimara. No quedaba otra opción más que sedarlo.

En ese hueco se había escondido el gato

El tiempo pasaba y más personas se acercaban al lugar

Algunos para curiosear, otros para ayudar. Entre ellos estaban Ornella, otra proteccionista de animales y un taxista que, ante la negativa de los bomberos de acercarse al lugar, los fue a buscar y los llevó en persona. Ornella, por su parte, empezó a llamar a la sección ecológica de la policía comunitaria. Pero ni los bomberos ni la policía contaban con los medios...

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