El fútbol está atrapado en la locura

Es una posibilidad. Que la locura haya invadido, dictatorial, el mundo futbolero doméstico. La impaciencia, la intolerancia, la falta de respeto. No hay tiempo ni para levantar la cabeza. Pensar es un verbo del pasado. Tal vez, la pelota viaja al ritmo de la sociedad. Es una posibilidad. Que la locura hace tiempo gobierna nuestras mentes. Rápidos, furiosos, apurados, nerviosos. No se trata de problemas mayúsculos, como la desorganización, como la violencia, como la muerte, como la ausencia de políticas consistentes para maquillar (acabar sería un despropósito) la desesperanza que rodea el juego del balón. Lo que ocurre, de adentro hacia afuera, es una melodía de funeral: vamos matando lentamente, sigilosamente, al fútbol. No hay tiempo para la reconstrucción, no hay espacio para la reinvención. La Argentina es un país dividido: azul o colorado, peronistas o gorilas, menottistas o bilardistas. El olimpo o el infierno. No hay grises en nuestro mundo blanco y negro. No hay tiempo para el pensamiento. Dos casos, símbolos de nuestro tiempo, se nutren de la desgraciada coyuntura: Miguel Brindisi no encuentra la fórmula en la etapa más dolorosa de Independiente; Luis Zubeldía anda de capa caída en Racing; apenas con sus dudas, basta para bajar el martillo. Se perdió la tolerancia, se perdió el respeto. No hay tiempo para...

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