Atracción fatal, el thriller erótico de los 80 que se reinventa como una serie policial sin conejos ni mujeres desquiciadas
Lizzy Caplan y Joshua Jackson en Atracción fatal (Paramount+).
Hace tiempo que ciertas películas emblemáticas han realizado su pasaje al mundo de las series: Fargo , Terminator , Scream , hasta Psicosis de Alfred Hitchcock ha dado a luz a Bates Motel , una intensa precuela sobre el vínculo de Norman Bates y su madre como algo más que el germen de su febril patología. Este año parecen haber entusiasmado a los creativos de las plataformas aquellos laberintos de pasiones adultas que consagraron los thrillers eróticos de los años 80, relatos morales y culposos que llegaban luego de una década de transformaciones sociales. Historias que resultaron tempranos espejos del desconcierto sexual luego de las represiones alimentadas por el conservadurismo de la era Reagan y por los misterios que tenían al deseo y su esquiva concreción como centro palpitante.
En este último tiempo se estrenaron American Gigoló , la reciente Dead Ringers y ahora Atracción fatal , epígono de uno de los grandes éxitos de esa década singular. La película resultó en su momento un termómetro del miedo a transgredir los mandatos maritales y la sacralidad del hogar y un triunfo del publicista Adrian Lyne en un cine concebido como perfecta antesala de la inminente posmodernidad. Michael Douglas y Glenn Close protagonizaban un tórrido affaire de fin de semana que concluía en un raid de locura y terror. ¿Es posible actualizar aquella premisa a la sociedad de nuestros días? Ese es el disparador de esta nueva adaptación comandada por los creadores Alexandra Cunningham y Kevin J. Hynes para Paramount+ -que también tiene disponible la película original- con Joshua Jackson, Lizzy Caplan y Amanda Peet como el trío protagónico. A continuación, cinco razones para no perdérsela.
Glenn Close y Michael Douglas en Atracción fatal (1987), de Adrian Lyne.
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La relación con la versión original de 1987. Es imposible acercarse a la nueva Atracción fatal sin pensar su relación con la película original, tanto en el tratamiento del erotismo como en la pátina de admonición que entonces envolvía a la infidelidad. Allí, Michael Douglas interpretaba a un abogado de Nueva York, casado y con una pequeña hija, que conocía a una ascendente editora en una reunión laboral y vivía con ella una serie de encuentros sexuales durante un fin de semana en el que su familia se encontraba en el campo. "A mí no me vas a ignorar" eran las palabras con las que Alex Forrest, interpretada por Glenn Close, sepultaba el último...
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