Atornillados al sillón

La línea editorial de este diario ha sido todo lo clara que puede serlo en el señalamiento de que los funcionarios más comprometidos con la conducción kirchnerista de estos 12 años deben abandonar sus cargos tan pronto lo haga la Presidenta, el 10 de diciembre próximo. Cabe, por lo tanto, destacar el valor simbólico que adquiere en las presentes circunstancias la respuesta del director general de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) ante una consulta periodística sobre si continuaría en tales funciones después de esa fecha. Dijo que no, y tan importante como haberlo dicho fue la razón que expuso: "El jefe de Estado tiene que tener la libertad, sin ningún tipo de condicionamiento, de elegir". Por eso, pondrá su renuncia a disposición del nuevo presidente.

El mandato de Ricardo Echegaray vence el 28 de diciembre de 2016. Fue designado por decreto y por esa misma vía debería ser eventualmente removido. De tal modo que se podría argüir que sus palabras no revisten más que un valor testimonial. Sin embargo, adquieren trascendencia en circunstancias en que otros funcionarios transmiten la voluntad de aferrarse a sillones desde los cuales no han sido más que obedientes burócratas de los designios del Poder Ejecutivo de la Nación.

Puede verse, en ese sentido, el caso del presidente del Banco Central, cuyo comportamiento no ha sido mejor allí que lo que había sido en la Comisión Nacional de Valores. Alejandro Vanoli confía en que se respetará la autonomía del Banco Central como si él hubiera hecho en verdad algo para custodiar esa regla de oro de todo país que busca preservar su moneda, y que no es precisamente lo que han hecho las autoridades argentinas en la última mitad del ciclo kirchnerista, en que la inflación ha carcomido la economía y, especialmente, el bolsillo de los sectores sociales más humildes.

Sobre el tema podría abundar en argumentos el anterior titular de la entidad monetaria, Juan Carlos Fábrega. Según la carta orgánica del Banco Central, la designación del presidente, el vicepresidente y los directores la hace por seis años el Poder Ejecutivo Nacional con acuerdo del Senado. Cuando Fábrega renunció, otros dos directores, designados a su pedido poco antes, fueron presionados para que dimitieran de manera inmediata.

Desde luego que el espíritu vigente, al establecer tanto para la AFIP como para el Banco Central períodos que no necesariamente coinciden con el del jefe del Estado, descuenta que desde esas funciones...

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