Arturo Pérez-Reverte: 'La cultura es el antídoto contra la barbarie'

MADRID.- Arturo Pérez-Reverte cumplió 30 años como novelista. Cada nuevo lanzamiento, siempre destinado a las listas de éxito, lo obliga al ejercicio de responder mil y una entrevistas, a destripar el argumento, explicar su inspiración, defender a sus personajes y, de rebote, opinar sobre la última noticia bomba del diario de la mañana. "Yo trabajo de esto", bromea este ex corresponsal de guerra que huye de la definición de "artista" y se ubica con orgullo en la categoría de escritor profesional. Pero que nadie espere de él un relato rutinario. Pérez-Reverte derrocha pasión cuando habla de su obra, sin dejar nunca de mirar fijo a los ojos, con los huesos del cuello que parecen salirse del cuerpo. Hombres buenos, la novela que publicó el jueves en España, lo devuelve al siglo XVIII, un ambiente que lo fascina. Relata en casi 600 páginas la odisea de dos miembros de la Real Academia a quienes se les encomienda viajar en secreto a la París prerrevolucionaria a conseguir los 28 tomos de L'Enciclopédie, obra maldita y prohibida en España. Alfaguara la edita en abril en la Argentina, a donde el autor viajará para presentarla en la Feria del Libro. Es un canto a la Ilustración, pero también una reflexión amarga de una España -y por extensión una América- que no pudo ser. Un homenaje al libro como símbolo de la lucha contra el fanatismo, la incultura y la manipulación política que, en su visión, constituyen la "maldición histórica" del mundo hispano.

Siempre hay hombres buenos en los peores momentos. Yo suelo referirme a la poca fe que tengo en el ser humano. Pero esta novela es muy optimista. Quería que el lector terminase sonriendo: que pensara que a pesar de todo son posibles el diálogo, la lealtad, la solidaridad entre gentes que no comparten la misma ideología, como ocurre con los dos protagonistas principales. Nuestro problema, e incluyo por supuesto a América latina, es que queremos al enemigo vencido, exterminado. ¡Al paredón! Ese afán por silenciar, por exterminar, por callar, por desterrar, porque desaparezca el diálogo con el contrario, es muy hispano.

La única certeza que tengo es que sin cultura estamos perdidos. Sin pueblos educados que sean capaces de debatir y de escuchar al otro no vamos a ninguna parte. No hemos hecho el esfuerzo de formar generaciones de ciudadanos cultos. Siempre estaban atrás el gran dinero, el gran poder, la Iglesia. En España los últimos gobiernos se están cargando la cultura. Y mira Argentina, mira...

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