De la arrogancia y la impericia al default

La irresponsabilidad e impericia con que ha actuado el Gobierno en que desembocó en un nuevo default ha sido manifiesta desde el primer momento. Pero lo que más indigna tal vez sea el descaro de sus principales funcionarios por negar la realidad, engañar a la población argentina y pretender ocultar las consecuencias que tendrá este nefasto episodio en la situación socioeconómica del país, si no se revierte en lo inmediato.Una de las primeras frases públicas de la presidenta Cristina Kirchner, no bien se conoció el fracaso de las negociaciones con los representantes de los bonistas favorecidos por la justicia estadounidense, fue: "El mundo sigue andando y la República Argentina, también". A coro, tanto ella como varios de sus principales colaboradores negaron la existencia de un default o cesación de pagos, con argumentos inconvincentes.Fue la reacción de siempre: la de desfigurar la realidad, como durante tanto tiempo lo ha venido haciendo el actual gobierno frente a cuestiones como la inflación o la inseguridad. Y en el relato oficial, al igual que esos viejos problemas, la presente crisis de la deuda y sus innegables consecuencias encuentran la culpa en los otros.Así como el gobierno kirchnerista endilgó las causas de la inflación a empresarios ávidos de suculentas ganancias que remarcan los precios, y ante el aumento del delito se escudó en que se trataba de una sensación generada por los medios de comunicación, ahora todo lo que nos pasa sería fruto de una confabulación internacional detrás de la cual, además del juez Thomas Griesa y los fondos buitre, está el gobierno norteamericano.Ante los aplaudidores de siempre y un grupo de jóvenes militantes que, en la noche del jueves, colmaron los patios interiores de la Casa Rosada con la presunta intención de festejar el ingreso de la Argentina en un nuevo default, la Presidenta exclamó que "porque volvemos a ser un país viable es que nos quieren tumbar".Esos gestos y esas palabras trajeron de inmediato a la memoria de muchos argentinos la insólita celebración, en una Asamblea Legislativa, del anuncio de que no se pagaría la deuda externa hecho por el efímero presidente Adolfo Rodríguez Saá, en plena crisis de fines de 2001. También, las bravuconadas del general Leopoldo Galtieri desafiando a los ingleses en 1982 con su recordado: "Si quieren venir, que vengan", ante una multitud que lo vivaba en la Plaza de Mayo.El estilo pendenciero del Gobierno demuestra que ciertos dirigentes han aprendido muy poco de...

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