Los que arriesgaron sus trabajos para asustar al Ciclón

MARRAKECH (De un enviado especial).- En las cuatro paredes del vestuario del grandilocuente escenario está escrita una leyenda. Un deseo, un sentimiento. Una convicción: "La fe mueve montañas, no somos candidatos, pero sólo se trata de creer". Ramón Tribulietx es catalán. Hincha de Barcelona, enamorado de Lionel Messi. De profesión, entrenador de Auckland City, aunque sueña, cuando está profundamente dormido, con el más allá. "Con dirigir en la Liga, por ejemplo", susurra. Aunque no le quita el sueño: "En Nueva Zelanda es difícil no ser feliz". San Lorenzo le acaba de asestar un golpe, aunque interiormente sabe que nada tiene que reprocharse. Ni él ni sus muchachos. Don Ramón (así señala su credencial, la que debe exhibir en cada rincón, porque pocos verdaderamente lo conocen en el oro del fútbol mundial), les transmite energía a sus lugartenientes. "Quieren tener un nombre en el fútbol". Ya se lo han ganado. Al menos, este pequeño gran Mundial es el trampolín. La vida en Auckland puede resultar una maravilla, aunque vivir del balón resulta un desafío mayúsculo. Hay que tener otro laburo.

El City, como se lo conoce en el pago, apenas tiene una década. Es una entidad semiprofesional, como las nueve que integran la competición doméstica. Nueve franquicias, un negocio común en otros deportes, en otras latitudes. La temporada vuela de octubre hasta abril; en mayo, se arriesga en la Champions autóctona, con clubes de aquellos rincones paradisíacos. Como Tahití. "Allí es donde están las mejores canchas, pero cada viaje son como unas nueve horas. Y tenemos otras complicaciones", cuenta el conductor de los sueños imposibles. Que ha dejado grabado su nombre en Marruecos 2014.

Varios jugadores trabajan ocho horas, todos los días, para llegar a fin de mes. Cumplen horarios estrictos durante el día, corren detrás de una pelota cuando cae el sol. Algunos venden cocinas, otros son albañiles, varios se desempeñan como entrenadores de jóvenes promesas para transmitirles el amor por el fútbol. Si llegan cansados, no se entrenan o hacen trabajos especiales. Los que levantan bolsas de tierra y cemento todo el día, llegan a la práctica con las medias bajas, con la lengua afuera. "Y ese día no hacen la actividad física, por ejemplo. Tenemos todo planificado. Cada jugador es una historia...

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