El arriesgado plan para desactivar la bomba que más irrita a Cristina Kirchner

Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof, durante la ceremonia de toma de posesión de este último en La Plata, Buenos Aires, el 11 de diciembre de 2019

El futuro de Cristina Kirchner y de Sergio Massa es kármico. Una sucesión de hechos que comenzarán en enero y llegarán a su punto máximo en junio próximo les darán forma a las limitaciones con las que el Frente de Todos recorrerá el peligroso año electoral. Se trata de dificultades ignominiosas: en el caso de la vicepresidenta, el Gobierno trastabillará con la principal bandera del kirchnerismo , mientras que el ministro les verá las caras a los demonios que sacaron de carrera a Martín Guzmán y lo colocaron en su actual sillón.

Todo surge de una gran fábula kirchnerista. La vicepresidenta insiste, siempre que puede, en que su gestión desendeudó a la Argentina. En la práctica, es una apropiación de los resultados de Néstor Kirchner . Las cifras, en cambio, muestran que lo que dice Cristina Kirchner no es cierto.

Alberto Fernández siguió el manual de su compañera de fórmula. Bajo el lema del desendeudamiento, tomó cada vez más dinero prestado desde que llegó a la Casa Rosada. Por sus propias decisiones, el Frente de Todos es ahora la víctima de eso mismo que le criticaba a Mauricio Macri.

Casi todas las alternativas que tiene por delante son malas. Implican reconocerles a sus prestamistas una ganancia extraordinaria, impropia de un gobierno nacional y popular, aceptar la inundación de pesos que alimentarían el temor a una hiperinflación o deteriorar aún más la contabilidad del Banco Central. Esta última es una jugada riesgosa: un pedido de auxilio desmedido a Miguel Pesce podría recordarles a los depositantes bancarios algunas de las peores experiencias de principios del menemismo.

Envuelto en el temor a una explosión financiera de consecuencias desastrosas, el Ministerio de Economía trabaja en una nueva alternativa que implicaría una rareza para la Argentina. Se trata de alcanzar un acuerdo con la oposición , tácito o expreso, pero práctico al fin, para transitar los meses más turbulentos de la próxima campaña presidencial sin patear los hormigueros más peligrosos de la economía. De concretarse, se rompería una tradición incendiaria que tiene como último eslabón a Alberto Fernández , cuyas declaraciones tras el triunfo en las primarias de 2019 aceleraron la devaluación que pagó políticamente Macri.

El kirchnerismo desendeudador incrementó en US$70.809 millones la cuenta a pagar de la Argentina, por encima del polémico crédito con el FMI (US$44.000 millones). Como sea, es una posición con sabor a poco para el oficialismo.

Eduardo Setti es el secretario de Finanzas. Quizá nadie en el Gobierno piense en el mediano plazo más que él. En parte, no tiene otra alternativa. Enfrentará...

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