El argentino medio ya piensa en las vacaciones

Como todos los principios de diciembre, la gente empieza a pensar en tomarse vacaciones. Cunde el cansancio por el año transcurrido, se afianza el http://www.lanacion.com.ar/1641817-en-la-costa-muchas-consultas-pero-muy-pocas-reservas, de despertar ante el mar o la sierra o en medio de un paisaje poco familiar, fuera del país. Según las posibilidades, cada sector procurará darse el gusto de descansar. Antes, las Fiestas traerán el dilema y la ambivalencia habituales: con quién reunirse, cómo y qué celebrar. Los encuentros y los desencuentros familiares se harán más evidentes. La compañía o la soledad se revelarán con nitidez. Se recordará a los muertos y se beberá con los vivos. En unos casos el sentimiento será la alegría, en otros quedará a la luz el dolor de los vínculos maltrechos.Estas escenas de la vida cotidiana son el signo saludable de una Argentina que llega a fin de año sin particulares sobresaltos. No sin injusticias y dramas, pero lejos de la angustia que provocó la crisis de principios de siglo, cuando el país tocó fondo y rozó la disolución. La sociedad recuperó en estos años el empleo y el consumo, que son los pilares del consenso político en una democracia moderna. Es el consumidor antes que el ciudadano el que presta consentimiento al poder. Cuando las demandas materiales son atendidas, cuando hay trabajo y se otorga crédito para comprar bienes durables, la conciencia cívica declina y lentamente se desplaza el interés a los confines de la vida privada. Con el bolsillo lleno nos limitamos al voto, no marchamos a la plaza a protestar. Celebramos Navidad puertas adentro, evitamos los piquetes.Por cierto, esta descripción admite matices. La sociedad no es un todo, posee múltiples archipiélagos e islas. Reconociendo este hecho, el lenguaje de las ciencias sociales y políticas tiende, no obstante, a describir esas diferencias reduciéndolas a escalas tripartitas. Hablamos así de tres niveles educativos (primario, secundario y universitario); de tres clases sociales (alta, media y baja); de tres tramos de edad (jóvenes, adultos y ancianos); o de tres orientaciones ideológicas (derecha, centro e izquierda). En algunas sociedades, la distribución de esos segmentos es equitativa, en otras es desigual. El equilibrio en el reparto de los bienes, los conocimientos, las ideologías y las edades es síntoma de salud social. En cambio, los desequilibrios indican patología. Cuando una fracción predomina sobre otra tiende a engullirla, quitándole pluralismo...

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