Una Argentina mejor: dos hechos unidos e indispensables que cambiaron las reglas del país

El 10 de diciembre de 1983, la Argentina recuperaba la democracia

A pesar de que en nuestro país siempre se habla de las divisiones entre dos facciones de pensamiento o de grietas, en este momento particular, las fechas y en especial un número parece hacer de puente entre esas longitudinales distancias. A poco de quedar a tan solo 110 años de la Ley Sáenz Peña, un posible punto de encuentro sería factible para reducir la brecha política.

En términos de legalidad republicana, la que se basa en los principios republicanos de igualdad, libertad, fraternidad y laicidad, comparar el aclamado 10 de diciembre de 1983, que nos devolvió la democracia, con aquel 10 de febrero de 1912, donde se estableció el voto obligatorio, puede ser un principio de práctica y un intento sin esfuerzo para aclarar algunos dilemas que hoy separan a nuestra sociedad.

La independencia de los sectores populares

Sancionada la ley nacional de Elecciones N° 8.871, conocida como "Ley Sáenz Peña" -que desechó el voto calificado y estableció el sufragio a universal, secreto y obligatorio y el sistema de lista incompleta-, se le dio representación legislativa a una minoría que por distintas razones no se acercaba a las urnas.

Esta punta del paréntesis republicano (donde la Ley Sáenz Peña y la vuelta a la democracia son los dos extremos de este) permitió que se realizaran por primera vez en Argentina elecciones libres y democráticas, aunque solo limitadas a varones (habría que esperar hasta 1947 para que a las mujeres se les reconociera el derecho a votar y ser elegidas). El voto secreto y obligatorio independizó políticamente a los sectores populares de los poderes económicos. En la práctica, esta ley recién fue un hecho para las elecciones presidenciales de 1916.

La "Ley Saénz Peña" habilitó el voto obligatorio

En cada una de las provincias argentinas, a partir de ese momento, se garantizó un sistema competitivo, pluralista y democrático. Resultado de este nuevo sistema de poder apoyado sobre flamantes bases de legitimidad: la opinión pública y una dinámica sistémica entre oficialismo-oposición más abierta, y en el que entró a jugar un rol fundamental la ciudadanía política.

Existía una fractura entre la sociedad y la política, que debía ser eliminada como condición previa para el desarrollo de una vida política honesta, para que esta pudiera fluir y ser a partir de ahí, la única forma posible de desarrollar al país.

El derecho también de votar para las mujeres

Luego de su...

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