La Argentina de hoy, un país desgarrado

Si nos atenemos a la definición de Ortega y Gasset, según la cual una nación "es un proyecto sugestivo de vida en común", que mira por consiguiente al futuro más que al pasado, ¿hasta qué punto la Argentina de hoy es, plenamente, una "nación"? La pregunta es pertinente porque supone que una nación, para serlo de verdad, contiene un proyecto abarcador al cual adhiere la mayoría de sus ciudadanos en un ambiente de libertad que no excluye, por supuesto, disidencias y discusiones en el fondo "menores" entre ellos.

¿Es ésta la condición del consenso en la Argentina actual? ¿O son nuestras diferencias, al contrario, tan hondas y ríspidas que ya no puede hablarse de "uno" sino de "dos" consensos tan encontrados, tan frontales, que en el fondo nos desgarran entre las visiones contrapuestas de horizontes finalmente incompatibles?

Uno de los dos consensos que nos desgarran corresponde por lo pronto al Gobierno, que sueña con una Argentina unitaria, de pensamiento único, que gire en torno de una "Cristina eterna" disponible para un tercer período a partir de 2015 y aún más allá, dueña de un poder absoluto que nadie cuestione ni limite. Pero este poder, de afianzarse, ya no tendría un carácter pluralista, "republicano", sino un carácter en definitiva "monárquico", despótico, en dirección de un monopolio político personal, de tipo "chavista", incompatible con la democracia.

A este anhelo reñido con nuestra vocación democrática se opone otro proyecto verdaderamente republicano que, si tiene la ventaja de contar con el consenso comprobado de dos tercios de los argentinos y se ha expresado en el reciente rechazo a la re-reelección de una cantidad suficiente de legisladores de la oposición, también adolece del hecho de que esta oposición no está unida sino dispersa, lo cual facilita los designios despóticos del kirchnerismo.

¿Quién ganará esta crucial pulseada? A los que optamos por la república podría consolarnos saber que, según las encuestas, dos tercios de los argentinos también la prefieren. Pero, como lo han hecho notar los llamados "maquiavelistas" de principios del siglo XX, entre ellos Wilfredo Pareto y Gaetano Mosca -que no creían en la democracia-, más de una vez una "minoría organizada" ha prevalecido sobre una "mayoría desorganizada", incluso en democracia. ¿Podría darse este caso en la Argentina? Digamos en favor de los "maquiavelistas" que el gobierno kirchnerista ha demostrado tener hasta ahora una contundente "voluntad de poder" que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR