La Argentina derrotada ya no puede ser ignorada

Después de la paliza de las primarias, muchos analistas notorios, varios panqueques mediáticos que corrían en auxilio del ganador y, sobre todo, cuantiosos empresarios esclarecidos del "círculo rojo" le acercaban en público y en privado a Mauricio Macri la misma sugerencia envenenada: sea más estadista que candidato, Presidente; abandone la campaña, si es necesario entregue antes el gobierno; todo por el bien de la patria. Los apologistas de esta verdadera eutanasia política se sintieron incluso molestos cuando una multitud, sin el incentivo del dinero y sin logística, sin convocatoria oficial ni apoyo periodístico, llenó espontáneamente la Plaza de Mayo y puso a Macri en el balcón de Perón y Alfonsín.Esa gente rompió aquel mal consejo interesado en cien pedazos y lo obligó al jefe del Estado a levantar la cabeza, a caminar el país y a hacer visible a la Argentina republicana. Uno de los grandes errores históricos del gobierno de Cambiemos fue desdeñar la teatralidad de la política, insumo que el peronismo usó siempre con tanta eficacia. Quienes lo habían votado con frialdad pasaron a acompañarlo con ardor y lágrimas en los ojos: mucho tuvo que ver la resiliencia de ese "muchacho rico" que teniendo picado el boleto se levantaba contra la adversidad y seguía la larga marcha contra su destino. Una cualidad que acaso aprendió de las tempranas humillaciones a que lo sometió su padre para hacerlo fuerte.Solo Cristina Kirchner, aunque por otras razones, parece tener esa misma aptitud: la resiliencia los emparenta, y es un valor que produce empatía. empezaron como un respaldo en defensa propia, frente al regreso de un cristinismo recargado, pero progresivamente se fueron transformando en una misa emotiva, donde para sorpresa de propios y extraños la gente quería tocar a su candidato, lloraba y rezaba por él, y hasta intentaba llevarlo en andas como si fuera un caudillo popular. Si el presidente saliente hubiera hecho caso a los lenguaraces y oportunistas que le requerían la rendición incondicional, probablemente las elecciones del domingo se habrían parecido a los comicios de 2011 (el kirchnerismo se alzó entonces con el 54% de los votos y Binner obtuvo unos pobrísimos 16 puntos), resultado desigual que exacerbó la voracidad hegemónica, creó la nefasta idea de "ir por todo" y generó un autoritarismo sin antecedentes en la democracia moderna. Con un 40% del electorado y la evidencia de que diez millones de argentinos plantaron bandera con el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR