La Argentina, atada a China justo cuando ella flaquea

La clase política argentina, pero en particular el peronismo, parece muy afecta al pragmatismo en los ámbitos locales y en cuestiones institucionales. Pero parece padecer de una dificultad enorme para modificar conductas cuando cambia el escenario internacional. Siempre resulta necesaria una crisis a la cual echarle toda la culpa.

En los años 90, se hizo una modificación enorme para adaptarse a un mundo de tasas bajas, préstamos accesibles, apetito por las privatizaciones.

A finales de la década, ese mundo estaba cambiando y mucho, pero la Argentina seguía con déficit fiscal y una dependencia enorme del ahorro externo barato bajo la forma de refinanciación de deudas.

La "década [supuestamente] ganada" se financió con el saldo favorable de la balanza comercial a pesar de que el Gobierno ha tenido una política antiexportadora colosal y extremadamente dañina.

Los altos precios internacionales de las materias primas, el alto valor del dólar respecto de las demás monedas, el fuerte crecimiento de China crearon un escenario internacional increíblemente favorable que permitió el crecimiento en países emergentes, aun cuando aplicaran políticas tan desatinadas como las del kirchnerismo.

Cuando los vientos comenzaron a cambiar, el Gobierno prefirió atarse a China, para garantizarse mercados, inversiones y financiamiento. Y durante un tiempo, corto, funcionó. Una vez más, quienes están en el ejercicio del poder desoyeron las advertencias de que los ciclos favorables no duran toda la vida, porque son eso, ciclos.

La devaluación china de los últimos días, que siguió a las colosales intervenciones en el mercado por su crisis bursátil de poco tiempo atrás, encendieron las alarmas en todo el planeta. Nadie puede pasar por alto los problemas de la segunda economía mundial.

Pekín pasó la crisis de 2007/2008 apoyándose en su mercado interno y alentándolo con medidas fiscales, algo viable en una economía tan grande y disparatado en una pequeña, como la argentina.

Siempre hubo temores de que los chinos se hubieran excedido o que los estímulos duraran demasiado tiempo y hubiera una crisis. En 2012 ya hubo alertas importantes, cuando las recuperaciones en Occidente...

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