La apuesta es que Trump no sea Trump

Cuentan en la Cancillería que el tuit con que Susana Malcorra llegó a delatar, horas antes de que Donald Trump triunfara en las elecciones de Estados Unidos, las preferencias argentinas por una victoria de Hillary Clinton no fue una torpeza diplomática, sino un simple encargo de política interna: que la orden vino de la Casa Rosada. No sería la primera vez que una administración se mueve en el exterior en función de sus necesidades domésticas. Cristina Kirchner ha sido una especialista en la materia y es cierto que los estrategos de imagen de Macri darían cualquier cosa por mostrar al Presidente como un líder con preferencias de centroizquierda.

¿Fue entonces más una sobreactuación que un descuido? Esa respuesta puede ya no ser relevante, pero explicaría también por qué un jefe de Estado habituado a prestarle una especial atención a las proyecciones de Jaime Durán Barba habría preferido esta vez desoírlas: hace por lo menos cinco meses que el asesor venía pronosticando internamente, contra la incredulidad de la mayoría del gabinete, una victoria de Trump.

Durán Barba tenía sus razones. Decía que la campaña de Hillary era pésima, que la candidata demócrata no había conseguido interpretar las demandas del electorado y que incluso algunos de sus partidarios no habían hecho más que perjudicarla. El día en que, por ejemplo, el actor Robert De Niro cuestionó a Trump por estar "completamente loco" e hizo catarsis con un lapidario: "Ni siquiera debería estar donde está, que Dios nos ayude", el ecuatoriano aprovechó el episodio para dar aquí clases de comunicación política argentina. "Ése es el videíto que el antikirchnerismo quería que hiciéramos insultando a Cristina", dijo. Y el domingo, en el diario Perfil, en una columna en la que recordaba que cuando planteó un posible éxito de Trump no había sido tomado en serio, insistió: "Los equipos técnicos de Clinton debieron proponerse llegar a esta fecha con negativos que estén debajo del 30%. Si no lo lograron fue porque no fueron capaces de elaborar las estrategias necesarias o porque la candidata no estuvo preparada para aplicarlas. Ése no es problema de los políticos, es un problema técnico".

Es cierto que, aun con estas previsiones, la perplejidad que reinaba el miércoles en el Gobierno era real. Tanto que hubo esfuerzos por quitarle dramatismo a la situación. El primero fue de Macri, que les recordó a sus funcionarios no sólo que conocía perfectamente bien a Trump, sino que mantenía con él una...

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