Aprobaron la extradición a los EE.UU. del narco 'Mi Sangre'

Ya habían terminado los alegatos de sus abogadas defensores cuando el juez federal Sebastián Ramos, a cargo del juicio de extradición a los Estados Unidos, le dio la oportunidad de decir las últimas palabras antes de cerrar el debate. Henry de Jesús López Londoño, más conocido como "Mi Sangre", tomó el micrófono: agradeció al "pueblo argentino y al gobierno argentino" por la posibilidad de defensa, repitió que era un perseguido político, que su detención en Pilar, en octubre de 2012, fue ilegal y que y la policía de Colombia. Luego, miró al magistrado y le dijo: "Dios lo bendiga, de corazón". Eran las 15.25.

Ocho horas y media después, Ramos , donde se lo acusa de tráfico de drogas en gran escala. Eso no significa que, en lo inmediato, el colombiano, que ayer lució tan elegante, de traje, como en la primera audiencia del juicio, el martes, vaya a ser trasladado para comparecer ante los tribunales del estado de Florida. La defensa de "Mi Sangre" adelantó que usará su último recurso: la apelación ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Ayer fue otra jornada de máxima seguridad en los tribunales de Comodoro Py. Se repitió la situación del martes, cuando comenzó el juicio de extradición de López Londoño, acusado por la justicia norteamericana de "confabulación para delinquir".

En la entrada del edificio de Retiro había personal de la Policía Federal con un perro y detectives con cámaras que filmaban todo lo que sucedía en los alrededores. En el salón de usos múltiples (SUM), en el subsuelo, había una decena agentes del Grupo Especial de Intervención (GEI) del Servicio Penitenciario Federal (SPF) y la misma cantidad del Departamento de Inteligencia Penitenciaria.

Sin acreditación ni autorización especial no se podía bajar al subsuelo de Comodoro Py 2002. El operativo para evitar cualquier atentado contra "Mi Sangre", que cuando fue detenido, el 30 de octubre de 2012, en Pilar, fue calificado por el entonces secretario de Seguridad, Sergio Berni, como "un hombre extremadamente peligroso, no sólo por su historial, sino por el tipo de organización que construyó en Colombia y en otros países de Sudamérica", fue de tal magnitud que cuando pidió ir al baño, durante un cuarto intermedio, lo esposaron, le colocaron un chaleco...

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