Un aprobado general en disciplina

Siempre resulta complicado saber cómo responderán los actores cuando la obra es nueva. Este superclásico, de algún modo, era bastante distinto a los anteriores: no sólo por ser el primero después de la abstinencia forzada por el paso de River por la B Nacional, sino porque también era el primero en el que ninguno de sus protagonistas (si bien esto resulta subjetivo y tiene que ver con el sentir individual) tenía calzado el traje de ídolo. Con este diagrama de actividad previo en la mano, más un árbitro debutante en el gran partido, era un acertijo de proporciones el comportamiento que podían llegar a tener los jugadores. ¿Se cargarían de tensión por el momento de urgencias que viven ambos clubes? ¿Perderían el control al primer roce con la intención de ganarse a su público para lograr la idolatría vacante? Podía pensarse en cualquier hipótesis y ninguna habría sido descartada de antemano. Por suerte para Lunati y para el espectáculo, los dos equipos se dedicaron a jugar sin meterse en esas rencillas tontas con devoluciones de favores que suelen ensuciar una tarde. A los 17 minutos, Silva le reclamó a Rojas cara a cara y...