Como una aparición fantástica, un museo sorprende a los parisinos

PARÍS.– Desde el exterior, "el iceberg" o "la nube" –como lo llama su creador, el famoso arquitecto canadiense Frank Ghery– provoca el efecto de una aparición feérica. La Fundación Louis Vuitton, dedicada al arte contemporáneo e inaugurada ayer en París, es como una gigantesca nave envuelta por 12 inmensas velas de vidrio, posada entre la vegetación de los bosques de Boulogne. El presidente François Hollande estrenó oficialmente –ya antes, entre el viernes y el domingo, cerca de 25.000 personas se precipitaron a darle la bienvenida– los 12.000 metros cuadrados de oníricas curvas instalados sobre un espejo de agua, que se elevan a 48 metros de altura. Un gesto arquitectónico audaz como la capital francesa no había visto desde hacía mucho tiempo.

El edificio imaginado por Ghery es la primera obra de arte de la Fundación, que consagra una exposición a su génesis. Compuestas de 3800 paneles serigrafiados, las velas están despegadas del edificio y sostenidas por un sofisticado juego de vigas de acero y madera. En la cúspide, varias grandes terrazas, conectadas por escaleras en diferentes niveles, permiten descubrir los rascacielos del barrio de la Défense y la torre Eiffel. En la proa de la nave, un auditorio vidriado da sobre una inmensa escalera por donde una cascada desciende hacia el espejo de agua que rodea el edificio.

Todos esos esfuerzos hacia una complejidad sin precedente sólo son posibles gracias a la utilización masiva del cálculo informático. El arquitecto, que ya va por los 85, usó un programa de la industria aeronáutica antes de desarrollar su propio sistema, Digital Project, que le permite calcular cada elemento y consigue cuestionar las leyes que rigen la concepción de un edificio, ya se trate de la fachada o del techo.

"Desde el primer momento, supimos que no contábamos con la tecnología para construir este edificio", reconoce Jean-Paul Claverie, consejero de Bernard Arnault, presidente del imperio del lujo LVMH, iniciador del proyecto. Fueron necesarios dos años de investigación y un equipo de más de un centenar de ingenieros para inventar una tecnología capaz de traducir los gestos del artista.

Las cifras dan vértigo: 3500 metros cuadrados de galerías por 11.700 m2 de...

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