Animales que son clásicos de todos los tiempos

En sus diarios, Virginia Woolf consignó que iba a dedicarse a escribirA la hora de encarar el proyecto, Woolf no solo se basó en la correspondencia de Miss Barrett, donde hace referencia aSegún Woolf, fue un amor a primera vista. "Entre ellos se encontraba el abismo mayor que puede separar a un ser de otro. Ella hablaba. Él era mudo. Ella era una mujer; él, un perro. Así, unidos estrechamente, e inmensamente separados, se contemplaban".Como en todo romance, hay episodios de celos y en este caso se desatan cuando, en el invierno de 1845-1846, entra en escena el poeta Robert Browning, futuro esposo de la escritora. "A él le prestaban muy poca atención -cuenta Woolf con malicia-. Mr. Browning le hacía el mismo caso que si hubiera sido un leño colocado a los pies de Miss Barrett". La biografía de Flush incluye un secuestro (con pago de rescate incluido), una boda, su vida en Florencia con los Browning, romances callejeros perrunos y sesiones espiritistas.los cuatro años, Jorge Luis Borges dibujaba tigres; eran dibujos del natural cuyo modelo encontraba en esos tigres de bengala que observaba incansablemente, a veces acompañado por su hermana Norah, en el viejo Zoológico de Buenos Aires. Contó Leonor, su madre: "Tenía pasión por los animales, sobre todo por las bestias feroces. Cuando íbamos al Jardín Zoológico era difícil sacarlo de ahí... Cuando se empecinaba y se negaba a ceder, le quitaba los libros. Era la solución". No hubo después disyunción entre libros y animales, y los tigres, de innumerables alusiones propias y ajenas (no sabemos cuántas veces habrá citado, de William Blake, los versos "El cachalote blanco más famoso, la novela que se ganó un lugar dentro de las cimas de la literatura moderna, el inicio de relato más célebre, más citado, más discutido por los traductores al español: "Call me Ishmael", que fue "Pueden ustedes llamarme Ismael", "Llámenme Ismael", "Llamadme Ismael".Publicada en 1851,Leviatán bíblico, encarnación del otro en su máxima alteridad, figura escurridiza y atrozmente deseada, por momentos el cachalote parece estar incluso más allá de lo animal. Su contraparte, Ahab, se estremece de furia, rencor, obcecación y desmesura humana. Muy humana. Si, como señalan algunos críticos literarios, Melville dejó de escribir novelas de aventuras para escribir desde el fondo de su ser, encontró en una bestia de leyenda el modo de hablar de esa otra bestia, cercana y desconocida, que habita en todos nosotros."He visto a menudo a...

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