Amores difíciles

Se lo dicen y se sonroja. Engalanada en un impecable vestido negro con flores estampadas, Gabriela Sabatini escucha que no debe de haber una persona que alcance la unanimidad que ella genera entre los argentinos: todos la quieren, todos la respetan. Pasan los años y su imagen no deja de crecer. Raro, muy raro, en un país acostumbrado al descuartizamiento virtual, en el mejor de los casos, de muchas de sus figuras públicas. Y no tiene esto que ver con lo que Diego Maradona haya dicho de Lionel Messi. No, eso es de otra galaxia.Sabatini vive también en un planeta con sus propios códigos, opuestos, se diría, a los de Maradona. Distintos, también, a los del "planeta Lilita", insondable y turbulento cuerpo celeste. El presidente Macri tendría...

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