Amores y desamores ortográficos

El viernes pasado, en Twitter, ortografía/noticias (@WikiNotas) tuiteó la siguiente pregunta: "¿Enamora una persona sin ortografía?" A continuación se agregaba al tuit una dirección electrónica () que remitía a este texto: "La ortografía no enamora, pero tampoco me veo con alguien que quiera «*aserme mui felis»".Aunque parece raro que pueda haber una persona "sin ortografía", o que alguien llegue a escribir "*aserme mui felis" (aun para el que tiene faltas de ortografía sería casi un mérito escribir mal las tres palabras seguidas), es interesante, sin embargo, la irónica propuesta "tuitera".No se trata solamente de tener mala memoria para recordar la ortografía correcta (incluso esto está cada vez más en duda) o de la falta de más y mejores lecturas (esto sí que ayuda), se trata de que muchas veces el que escribe ignora por completo de qué se habla y lo asimila a algo que sí conoce. Veamos el ejemplo que acerca el ingeniero Juan C. Cervellera, en su correo electrónico del 26/8, cuyo asunto es: "Animales en la capilla... y en el diario". Cervellera se limita a copiar un aviso aparecido en la sección Participaciones Sociales (Misas) de este diario, del cual se reproduce aquí el fragmento que interesa: "(...) tiene el agrado de invitar a la misa de acción de gracias por los 101 años del nacimiento de la cierva de Dios...".El lector Cervellera no necesita agregar más: es obvio que se trata, sí, de una "sierva de Dios" y no de un grácil animalito. Basta ir al Diccionario de la Real Academia Española en línea o en soporte papel para comprobar fácilmente que siervo () y ciervo () son todavía dos cosas bien distintas, con dos...

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