Amoldándonos al mamarracho

Pasaron cuatro meses y fracción del torneo de los 30 y nos fuimos adaptando al mamarracho pergeñado por Julio Grondona, avalado por el Gobierno y suscripto por las manos en alto adoctrinadas durante 35 años de gestión personalista en la AFA. Así pasaron partidos con buena concurrencia y rating, otros con sectores vacíos y poca pantalla, y algunos que directamente fueron choques fantasma, rozando el nulo interés. Sin soslayar, claro, la superposición televisiva inevitable, sobre todo los sábados, con dos, tres y hasta cuatro cotejos. Nada cambió demasiado en lo que atañe a los puntos oscuros: los barras están, los actos vandálicos no faltan, los visitantes siguen sin poder ingresar en las canchas (salvo contados casos, con los "hinchas neutrales"), 11 DT tuvieron que dejar sus cargos cuando se suponía que habría menos histeria por tratarse de un certamen largo, el estado económico de los clubes es mayoritariamente deplorable y, lo peor, los dirigentes de muchas de esas entidades ya negocian nuevas incorporaciones. Para no apartarse del camino de la obscenidad, el cinismo es un buen complemento.

El policía solitario, custodiando las paredes y de espaldas al campo de juego, con Boca goleando a Newell's en la Bombonera en un partido a puertas cerradas, es un reflejo de la decadencia. No es que no podemos establecer una comparación con Europa: directamente no cabe compararlo ni con la propia Argentina de hace dos o tres décadas, cuando locales y visitantes hasta compartían una platea. La brecha se profundizó brutalmente. Y no hace falta irse a los extremos, como puede interpretarse lo de Egipto, donde un tribunal confirmó la pena de muerte...

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