AMIA, una mirada realista

Para pensar y actuar con realismo sobre el caso AMIA hay que considerar la causa original de su fracaso judicial, partiendo de la premisa de que a la política y a la sociedad argentina en general no les interesa pagar el precio de resolverlo.

Habiendo sido un atentado terrorista realizado por otro país en el nuestro, semejante parálisis a lo largo de tres décadas, más un intento de acuerdo con el agresor aprobado en el Congreso, parecen ser el síntoma de un espíritu social y político de que "la justicia no importa tanto". Una vez aceptado eso, uno puede pasar de una actitud de escandalizarse (que como vimos después de 27 años no mejoró en nada la situación) a una actitud más realista.

La ciencia política muestra que es muy raro que un reclamo de justicia pueda generar un cambio político. Solo lo vimos al generarse una crisis de magnitud nacional, como en el juicio a las Juntas, que selló la valorización democrática y de los derechos humanos en buena parte de la sociedad.

La posibilidad de que a la conciencia individual le importe la justicia de lo público (y no solo por una crisis nacional), surge de la capacidad de pensar y la voluntad de actuar para el largo plazo.

Una gran mayoría de los argentinos debe sentir que en nada les cambiaría la vida el hecho de que se haga justicia en el caso AMIA. La economía psicológica del individuo cortoplacista dice: "¿qué ganamos? Mejor arreglamos con Irán y nos sacamos un problema de encima, total nosotros no éramos el verdadero enemigo". Los que entienden un poquito de economía pueden agregar: "además ganaríamos un cliente que nos compre granos y nos venda petróleo barato".

Algún delirante largoplacista puede haber pensado en que el motivo del acuerdo con Irán fue un alineamiento geopolítico con un país enemigo de su enemigo (terrorista, pobre, aislado, encerrado en su crisis regional y con valores opuestos a los supuestos valores progresistas de los que intentaron el pacto).

El que piensa a largo plazo, en cambio, se preocupa por el gigantesco daño interno que la falta de justicia y tal pacto nos produce, provocando que toda la institución judicial se degrade, además del enorme efecto moral negativo -aunque sea inconsciente- que tal pacto tendrá en la sociedad.

Así llegamos hasta hoy con ese tipo de actitudes, viendo una justicia de lo público enormemente politizada y trágicamente permeable a intereses particulares.

La justicia republicana moderna tiene dos fines últimos: 1) preservar la dignidad...

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