América Latina perdió con la globalización, pero el comercio le abre una puerta para recuperar terreno

Movimiento de contenedores en el puerto de Rosario. La clave del momento pasa por diversificar el comercio regional

NUEVA YORK.- La globalización ha sido la consigna de los últimos 40 años. Se le atribuye haber impulsado el crecimiento económico y haber sacado a cientos de millones de personas de la pobreza, aunque también se la acusa de haber aumentado la desigualdad y de haber destruido empleos y comunidades.

Sin embargo, a medida que el comercio, los servicios, los datos, las personas y las ideas se internacionalizaban, no lo hacían de manera uniforme o consistente. Algunos países y regiones lo hicieron mejor que otros. América Latina, lamentablemente, ha sido una de las perdedoras.

La mayor parte de América Latina no se ha "globalizado", ni siquiera internacionalizado. Brasil y Argentina siguen siendo dos de las economías más cerradas del mundo, con un comercio que representa menos del 30% del PBI. América Latina y el Caribe como región está 11 puntos porcentuales por debajo de la media mundial (45% frente al 56%) en cuanto a la importancia del comercio para sus economías , y está muy lejos de las estrellas de los mercados emergentes y de los rivales comerciales.

México es uno de los países que más ha diversificado su comercio entre las naciones latinonamericanas

Para ser justos, solo unas dos docenas de naciones de todo el mundo se han abierto realmente en los últimos 40 años, duplicando su comercio en relación con su PBI o incluso más. Sin embargo, pocos de ellos se encuentran en la región: México y Paraguay dieron este salto, al igual que Argentina (pero solo porque partió de un nivel muy bajo).

Los intercambios internacionales no son especialmente inclusivos ni sofisticados. En los últimos 30 años, las economías latinoamericanas se han diversificado menos en términos de su producción. Fuera de México, los productos manufacturados en particular se han visto afectados por lo que los economistas denominan "desindustrialización prematura", es decir, la reducción de la industria manufacturera como porcentaje de la economía y de la mano de obra sin que los ingresos per cápita hayan aumentado adecuadamente.

En cambio, las exportaciones de estos países tienden a provenir cada vez más de un puñado de industrias que son menos productivas o menos impulsadas por la tecnología: la minería, la agricultura y otras materias primas (a diferencia de los bienes procesados o la manufactura avanzada). Incluso Chile, que ha desarrollado importantes exportaciones de pescado, frutas frescas y vino, no ha sido capaz de diversificarse y abandonar los minerales y, en particular, el cobre, que sigue representando más de la mitad de lo que envía al mundo (aunque ha gestionado los auges y las crisis de las materias primas mejor que sus pares).

Esta depresión económica contrasta con la de naciones que antes eran sus pares. México, Brasil y Argentina han sido superados por Corea del Sur, Singapur, Malasia y Hong Kong, así como por muchas naciones de Europa del Este. No es casualidad que muchos de estos países hayan cerrado la brecha de riqueza con el mundo desarrollado, mientras que América Latina en su conjunto se ha quedado estancada.

Entonces, ¿Qué ha pasado? ¿Por qué América Latina no ha podido prosperar en un mundo más conectado? Hay muchas razones, sin duda. La debilidad de la gobernanza, la desigualdad, la informalidad y la inseguridad juegan un papel...

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