Amar la vida y cada uno de sus gestos

Si cierro los ojos y pienso en todos los matices que dieron mis rumbos desde donde nacen mis recuerdos hasta hoy, puedo claramente describirlos con cierta brevedad, no así con ligereza. Mi esencia ha sido regida por la irreverencia de la incertidumbre. Mis decisiones, quizás más por la intuición que por la razón. Mi trabajo, por la más empecinada y obcecada perseverancia. Mis amores tumultuosos y ardientes, por el legado de mi niñez, generosa de geografías y somnolienta de afectos.

Tuve muchos y gloriosos padres: el propio, asiduo e íntimo creyente de lo posible, y otros menos heroicos que fui eligiendo por el camino. Quizás el más grande, noble y puro fue la cordillera de los Andes, con sus entornos de sol, nieves, aguas, vientos, nubes, árboles y silencio. Sobre aquellos símbolos construí cada una de las pasiones y gestos que rigieron mi días. Un amor lozano que llevé conmigo a cada punto del planeta y también a cada noche oscura cuando a ciegas y a tientas abanicaba pequeñas esperanzas de cauto y ralo pulmón.

Nos conocimos en una tormenta, una silenciosa tempestad que parecía arrasar con inclemencia la constitución y el alma de todos. Aquel día ella se presentó con un vestido blanco, yo estaba quizás en lo más alto de mi negación. Cuando uno niega realidades los caminos de escape son dolorosos para todos. Los que están cerca y los que miran de lejos. Aquel vestido blanco fue un símbolo de alivio, de reposo, ella tenía entre sus manos un bálsamo como una compresa tibia de hierbas que ahogaba un dolor que parecía difícil de sanar. Aquel elevado silencio, su comprensión sin enumeración, fue tomando con el correr de los años cada parte de mí. Una nobleza de raíz que despuntaba brillo sin palabras, pero con los más cálidos gestos que jamás alguien haya poseído.

Nuestros pasos se cruzaron tantas veces en años anteriores, pero aquel día cuando se sentó a mi lado, su vestido y su sencilla proximidad de sillón, enunció y comenzó a sujetar un vínculo que sin apuro nos llevó de la amistad al deseo y a un nuevo amor arraigado en un calmo y sigiloso...

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