Amancio Williams: 'La ciudad debe devolverle al hombre lo que le quitó: la luz y el aire, el espacio y el tiempo'

Parece un claro casual, casi milagroso, en medio de un bosque de torres, dice el fotógrafo. La comparación no es desacertada. Allí, en ese claro, en belgrano, en la calle Virrey Loreto al 1900, no demasiado lejos de la reja de entrada está la casa que projectó Alejandro Christophersen para Alberto Williams, uno de los maestros más importantes de la música argentina. Un perrazo se adelanta a la mucama que viene a recibirnos. Una vez en el jardín, que no pretende exhibir una prolijidad excesiva, resulta casi inevitable detenerse un momento y mirar al cielo, hacia esas torres que casi cercan la casa. Después, sí ir hacia el estudio instalado en lo que debe haber sido la cochera de la residencia.

El estudio parece un laboratorio (muchos visitantes lo han definido así antes, pero es difícil no caer en el lugar común). Blanco, blanquísimo, austero, las ventanas desnudas, los muebles indispensables, sin siquiera un leve o casual acento decorativo, ni el menor signo de frivolidad. No se concibe allí un rastro, aun fugaz, de desorden. Uno percibe que hay un orden interior: las planeras y ficheros impecables; los tableros, tersos, limpísimos, casi hostiles. Sólo cuando llega Amancio Williams, el arquitecto, el cuadro se transforma, ligeramente es verdad, pero es evidente que entonces el ambiente se tonifica.

Casi no puede concebirse una conversación con Amancio Williams fuera de esta especie de Bunker. Este pensador (tal vez a él mismo le sorprensa esta calificación que me parece atinada) que ha llegado a los sesenta y ocho años con el mismo vigor de su época de estudiante de ingeniería y de aviador (dos caminos que transitó antes de volcarse a la arquitectura) necesita sin duda el secreto estímulo de este lugar. Tener a mano las referencias a su obra arquitectónica (esa que llegó a construir sólo excepcionalmente); sus revolucionarios proyectros y sus estudios para la ciudad que necesita la humanidad. Aquí están los planes para una muestra global de sus trabajos; algunos proyectos elaborados y reelaborados hasta el infinito, pero sobre todo están las bases de ese nuevo hábitat para el hombre, su propuesta más ambiciosa, la que desde hace muchos años consume la mayor parte de sus energías que, ya se sabe, son fenomenales.

No es la primera vez que entrevisto a Amancio Williams. Hace trece años, la sección Arquitectura, Ingeniería y Construcciones de LA NACION inauguró con una nota sobre su obra, resultado del intenso diálogo que sostuvimos. Como en...

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