Alquileres. Pagan lo mismo que en un dos ambientes, pero viven hacinados en hoteles familiares

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El incendio de un hotel ubicado en Microcentro, ocurrido hace pocos días, fue una postal extrema del drama cotidiano que padecen alrededor de 100.000 habitantes de la ciudad de Buenos Aires . Son familias o personas que viven solas y que, por su condición de vulnerabilidad, deben luchar diariamente para no quedar en situación de calle.

Ante la imposibilidad de afrontar un alquiler, terminan pagando por habitaciones en hoteles familiares o residenciales que funcionan a la manera de pensiones y que, en muchos casos, no cuentan con los controles adecuados para garantizar estándares mínimos de dignidad .

En estos espacios, por lo general, no sólo se comparte el baño y la cocina, sino que son moneda frecuente la falta de higiene y seguridad edilicia, el hacinamiento y la imposición de condiciones arbitrarias que los inquilinos deben acatar a riesgo de quedarse en la calle. El costo de estos lugares no es económico: su valor es similar al del alquiler de un monoambiente, o de una vivienda de dos ambientes en barrios periféricos de la Ciudad.

Un relevamiento de usos del suelo de la Ciudad, efectuado en 2013, estimaba que, del total de inmuebles destinados a hotelería, el 32,1% eran hoteles familiares (400 unidades) y el 2,8%, residenciales (35 unidades). La mayoría estaban ubicados en los barrios de San Cristóbal, Constitución, San Telmo y Barracas .

La clientela de estos hoteles proviene de niveles socioeconómicos muy bajos y no tiene otro lugar para vivir. "Quienes viven allí no pueden acceder al mercado inmobiliario formal. Tener garantía de un familiar directo que viva en CABA, más un recibo en blanco, son requisitos excluyentes para esta población . Pero, por otra parte, tienen la necesidad de estar en la centralidad de la Ciudad como opción de vivir porque, si no, otras opciones están en el conurbano, tal vez en el tercer cordón, que hace que estén lejos del lugar de trabajo, de hospitales o de escuelas. En general tienen su vida en la Ciudad", explica María de la Paz Toscani, becaria post doctoral del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR-Conicet), quien se ha dedicado a investigar en detalle este submercado de piezas en alquiler.

El caso de David, un hombre de 36 que vive de la venta ambulante por Recoleta, grafica claramente los dichos de la especialista. "En algún momento nos fuimos a vivir a José C. Paz. Alquilábamos una casa por 7000 pesos. Pero yo tenía dos horas y media de ida y otras tantas de vuelta para venir a trabajar . Además, nos robaron todo. En Recoleta todos me conocen. Así que tengo que vivir por acá, porque yo trabajo para comer", comentaba durante la espera para reingresar al hotel de...

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