Alice Cooper, teatro del horror

Que Marilyn Manson y Rob Zombie son herederos legítimos de su linaje no es novedad, pero también David Bowie y el glam rock recibieron alguna influencia de él, como Johnny Rotten, quien llegó a decir que Killer era uno de los mejores discos de la historia. Y el reconocimiento excede a la música. El hombre que solía cantar envuelto en una boa recibió la admiración de Groucho Marx y Mae West, que veían en sus shows una renovación del vodevil; y si hablamos de honores, ninguno mayor que el tributado por Salvador Dalí en su holograma First Cylindric Chromo-Hologram Portrait of Alice Cooper?s Brain. Todo esto, sin olvidar que inventó la estética del heavy metal y gran parte de su sonido.Por eso, cuando irrumpe en el filme El mundo según Wayne provoca repetidas reverencias de los dos hippies protagonistas, mientras alaban: "¡No somos dignos! ¡No somos dignos!". Caricaturizado hasta el cansancio por los cronistas y más de un músico, Alice Cooper es, sin embargo, una figura relevante en la historia del rock, y merece ser saludado del mismo modo cuando atiende el teléfono."¡Claro que sos digno!", dice del otro lado de la línea Vincent Furnier, alias Alice Cooper, condonando la poco original ocurrencia. "No supe cuán popular había sido esa película hasta que en un aeropuerto me recibieron más de veinte personas arrodillándose y haciendo el sketch completo."Ahora que es un devoto cristiano, Furnier negaría haber descubierto a Alice Cooper durante una sesión de espiritismo, hecho que coincidió con reiteradas visitas a la casa de Anton LaVey, fundador de la Iglesia de Satán. Según declaraciones suyas de 1969, Alice Cooper fue una bruja del siglo XVII y se le apareció mientras invocaba espíritus con un tablero ouija. Furnier estaba necesitando algo original, para un momento en que la originalidad estaba a la orden del día, y así resucitó a la bruja como nombre suyo y de su banda. Fue entonces cuando los descubrió Frank Zappa y decidió grabarlos para su sello Straight.Los primeros discos mezclaban psicodelia y rock duro, pero lo llamativo eran las actuaciones en vivo, con un cantante travestido que simulaba someterse a toda clase de torturas. La consagración llegó con el single "Sixteen" y el álbum Love it To Death, de 1971, producido por un novato Bob Ezrin. Pero mientras Cooper presentaba Love it To Death, otra luminaria a punto de ser reconocida, David Bowie, presenció uno de sus shows."¡Entonces, David hizo clic!", exclama Cooper. "El era mimo y no le costó...

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