Alejandro Zambra: 'Creo en la escritura que surge balbuceando'

Es curioso pensar cómo las palabras del universo de Alejandro Zambra se leen en la música del inglés, el francés, el italiano, el chino, el japonés o el turco; la música en un al que le hubiese gustado ser rockero no es un mero detalle. que, por lo dicho, se entiende, es reconocido en el mundo como uno de los más destacados autores latinoamericanos de la actualidad, fue en su carrera de la poesía (Bahía Inútil y Mudanza) a la levedad de dos novelas breves (Bonsái y La vida privada de los árboles, la primera llevada al cine y exhibida en el Festival de Cine de Cannes); tiempo al tiempo, publicó una novela más clásica (Formas de volver a casa, muy premiada en Europa) y, tras la reciente Mis documentos, llega ahora Facsímil. Construido a partir de la estructura de la prueba de aptitud verbal para el ingreso a la universidad, este trabajo es una exploración, "un libro contra la ilusión de una respuesta única, de una respuesta correcta". En abril seguramente se escuche a Zambra ahondar sobre esa experimentación formal cuando visite Buenos Aires, invitado a la Feria del Libro. Mientras tanto, se extiende aquí sobre temas esenciales de su obra y su creación.

Creo que todas las novelas son autobiográficas. Pero, a la vez, son lo contrario de una autobiografía. Las novelas apuestan por la multiplicidad. Al principio, cuando empecé a escribir poesía, me interesaba filtrar la experiencia. Desconfiaba del "yo", buscaba una expresión liberada de obligaciones referenciales. Y sigo desconfiando. Cuando escribís en primera persona, enfrentás esa confusión biográfica, intentás descifrarla. "La alternancia de desnudo y disfraz", llamaba a eso Gil de Biedma.

Como poeta buscaba una síntesis extrema. Los poemas tempranos de Ezra Pound o la obra de Gonzalo Millán, por ejemplo. Hay una carta de Pound a William Carlos Williams en la que le explica que escribe sólo "las partes buenas de las novelas", que son cuatro o cinco versos, y lo demás lo desecha por aburrido. Cuando empecé a escribir prosa, aspiraba a que cada frase tuviera esa intensidad máxima. No creo haberlo conseguido, pero esa tensión, ese deseo, siempre está conmigo. Lo que busco, en todo caso, va cambiando siempre. Creo que cada libro mío nace del anterior, a veces literalmente -de un fragmento, de un pasaje-, pero que también está en contra del anterior. Incluso estilísticamente.

Facsímil es un libro muy personal y también es mi libro más colectivo. Siempre comparto mis borradores, y éstos los leyó...

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