Alejandra Pizarnik: una luz tan especial y poderosa que traspasa las generaciones a 50 años de su muerte

A cincuenta años de la muerte de Aejandra Pizarnik, su obra sigue viva e influye en nuevas generaciones de poetas

Mito de las letras, inesperada escritora canónica, discípula díscola del surrealismo e ícono de la bohemia y la disidencia, Alejandra Pizarnik (1936-1972) rozó en su corta vida la perfección formal, la desmesura y el envés sombrío de la belleza. En vez de castillos, la "condesa de Avellaneda" construyó frágiles monumentos verbales que modificaron el panorama de la literatura argentina. Tuvo, como los grandes escritores, admiradores, imitadores (si se considera la imitación como el grado más alto que puede alcanzar la admiración) y también parodistas. ¿Qué signos -para usar el título de una de sus miniaturas líricas- de Pizarnik se pueden hallar o atribuir en las obras de poetas del siglo XXI en el país? A medio siglo de su suicidio, a los 36 años, responden amigos, especialistas y poetas de las nuevas generaciones. Esfinge, espejo, madre, maestra, alquimista, rival, guía y antiguía, Pizarnik sigue viva en la cultura argentina.

Mercedes Álvarez, Fernando Noy, Silvina Giaganti y Cristina Piña, bajo el efecto de la literatura pizarnikiana

A su amiga y biógrafa, la escritora Cristina Piña , la presencia de Pizarnik en la actualidad no le parece tan evidente. "Hay algunas voces que tienen vinculación con ella, pero sin ahondar en los grandes temas de Alejandra: la apelación al absoluto en la palabra, la indagación en la subjetividad o el diálogo con la muerte -dice a LA NACION-. Los temas de la poesía actual son mucho más light y por eso Alejandra no puede estar tan presente, ya que si hay un ejemplo de una poesía no light es la de Alejandra. Sí hay presencia de su lenguaje y de su estilo, que es más cercano a la poesía actual, sobre todo los poemas extensos de Extracción de la piedra de locura y El infierno musical y el estallido lingüístico que se da en La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa ".

Pizarnik fue escritora, traductora, dibujante, reseñista y amiga íntima de grandes escritores

La coautora con Patricia Venti de la imprescindible Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito sostiene que es "muy difícil acercarse a Alejandra sin quedar pegado a ella por la originalidad de su escritura, que se reconoce fácilmente; eso determina que no sea fácil tomarla como referente sin ser ‘chupada’ por ella". Para Piña, "hay una presencia mucho menor a la que había en la generación anterior".

Flor Codagnone, Gabriela Bejerman, Juan Fernando García y Catalina Boccardo: por amor a Alejandra Pizarnik

"Alejandra Pizarnik fue para mí, sin yo saberlo y muy a destiempo de mis tardíos comienzos en la poesía, la entrada a la poesía -revela la escritora Mercedes Álvarez -. Sobre todo a través de dos libros que en su momento conocía de memoria: La última inocencia y Árbol de Diana . Pizarnik abrió la puerta, y la sigue abriendo, a las nuevas generaciones a la poesía, y también a la obra de los poetas que configuran su universo : Rilke, Artaud, Rimbaud , Ducasse; están tan presentes que su obra es casi un trampolín". Como creadora, Pizarnik ocupa para Álvarez un lugar con aquellos "que fueron tan brutalmente honestos como para llevar su visión del mundo hasta las últimas consecuencias; es la poeta que encarna de tal modo la poesía que en los años 1950 escribe: ‘¿Cómo no me extraigo las venas/ y hago con ellas una escala/ para huir al...

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